viernes, 15 de febrero de 2013

LA CASA EN LLAMAS

De lejos vi como la casa ardía, llamas de fuego se formaban sobre su techo y un denso humo negro se alzaba hacia el cielo con el afán de dominar el brillo del día. Supe de pronto que era la casa de Benjamín y eso me asustó. Pese a encontrarme lejos, la ubicación del siniestro coincidía mucho con las coordenadas de la casa y sólo atiné a correr hacia ella. Por dentro sabía y confirmaba que la casa de Benjamín se estaba incendiando. Era pavoroso. Yo iba con mi esposa caminando cuando nos percatamos de esto y corrimos apurados en dirección a la casa en llamas. En el trayecto y con el apuro no hablábamos de lo que veíamos pero sabíamos que debíamos llegar. - Ojalá no haya nadie adentro -. Pensé. Y mientras creíamos que ya estábamos más cerca veíamos el humo más lejos y eso nos atormentaba. Era desesperante. A pesar de la confusión continuamos corriendo por varios minutos más. Cuando llegamos a la esquina confirmamos que efectivamente la casa de Benjamín ardía por dentro y por fuera. Nos acercamos poco a poco, lentamente. Queriendo no ver lo que veíamos pero ante lo evidente era imposible. Llegamos a la entrada, la puerta estaba abierta. Sirenas de bomberos se oían a lo lejos. Decidimos entrar.
La casa estaba totalmente vacía. Los muebles que siempre nos mantuvieron cómodos en nuestras visitas no estaban, los adornos que siempre acogieron no existían. Las plantas que siempre alegraban, ahora ausentes, entristecían el ambiente. Las paredes se mostraban ennegrecidas por la furia del fuego y los techos tiznados porque las llamas alcanzaron cada rincón. Pero era raro que no hubiera nadie. Nada ni nadie. La casa estaba como abandonada pese a que sabíamos que Benjamín y su esposa vivían ahí.
Todos los ambientes tenían la misma apariencia lúgubre que un incendio presenta cuando se sofoca. Llamó mucho mi atención que los pisos estuvieran mojados y con residuos de ceniza en fiel demostración que el incendio había sido controlado pero que debía dejar esa soledad alarmante y que un mensaje había en todo esto. Fue triste ver, tan de cerca y con miedo, la casa en llamas...
 
... y desperté. Fue un sueño muy extraño. Lo recordaba tal como lo relato: La casa de Benjamín en llamas que divisé a los lejos. Corriendo hacia ella, entrar, encontrarla vacía, quemada y con el piso mojado. Recuerdo como fotografía la imagen del fuego sobre el techo y el denso humo negro dirigiéndose en dirección del viento y yo a lo lejos viendo lo que sucedía. Cuando mi esposa se despertó le conté lo que soñé. Era un tema interesante considerando que Benjamín estaba internado en un hospital delicado de salud. - ¿Qué significará este sueño? -, le pregunté e inicié mi rutina de todas las mañanas sin dar mayor importancia a la coincidencia.
 
A los diez minutos sonó el teléfono, mi esposa contestó. Era mi mamá. - Benjamín ha fallecido -, le dijo y yo me quedé inmóvil.
 
Nunca recuerdo mis sueños y sobretodo con tanto detenimiento y precisión de detalles. Benjamín es el cuñado de mi mamá. Falleció hace unos días. Su esposa, mi tía, se ha quedado solita en la casa grande, esa misma casa que ardió en mis sueños. Había un mensaje ahí.
Me sentí muy extraño el resto del día. No interpreto los sueños ni tampoco creo en el significado específico que se les da, eso me parece una patraña. Pero con este sueño y el posterior suceso sabía que había un motivo. Todo me parecía confuso.
Benjamín murió en la madrugada y estoy seguro que mientras él moría yo soñaba con su casa. Nadie puede tildarme de mentiroso porque la prueba está en que primero conté mi sueño y luego me enteré de la muerte. Ahora me acuerdo y siento angustia pero felizmente encontré el significado propio y personal con el que debo interpretarlo.
 
Por la noche de ese día, en el velorio, abracé a mi tía con mucha fuerza, con todas las ganas de proteger su fragilidad. Quien tiene el privilegio de conocerla coincidirá conmigo en que ella es significado de dulzura, nobleza y fe. No conozco a nadie tan desinteresada, bondadosa y sacrificada como ella. A nadie. Es un ejemplo. Es un honor ser su sobrino.
 
Temía contarle mi sueño porque precisamente no había sido algo que quisiera que se haga realidad. Podía entristecer más su difícil momento y tratar de explicar por qué ese sueño y ese día ni yo mismo podía hacerlo. La dejé un momento y me acerqué al ataúd. Benjamín estaba tranquilo incluso radiante descansando ya de sus días difíciles de la enfermedad que lo aquejó. Simplemente pensé "hasta pronto" y regresé a mi asiento. Le dije a mi tía que Benjamín estaba guapo. Ella sonrió y con un encanto propio de una niña que relata con ternura un momento de su vida, me contó las últimas conversaciones que tuvo con su esposo. Puse mi brazo alrededor de su cuello en señal de protección y comencé a contarle mi sueño. Ella no podía creer la extraña coincidencia. No cuidé detalles, simplemente lo conté. Un escalofrío recorría mi cuerpo pero las palabras salían como obligadas, ordenadas pero como por decisión propia. Se extrañó pero volvió a sonreír. En ese momento entendí el mensaje. - Benjamín, con ese sueño, me ha pedido que te cuide, que te proteja, que corra a ti si necesitas ayuda, y lo voy a hacer. Benjamín me ha pedido que te cuide, y lo voy a hacer -.
 
En ese momento todo tuvo un orden más claro y una explicación más dirigida al momento. Sí creo en la fuerza y el poder del amor. Sé que las cosas no suceden simplemente porque tienen que suceder sino porque están predestinadas. Mucho hace el libre albedrío pero otra parte es responsabilidad del destino ya escrito. Mi sueño más que eso fue un mensaje. No fue claro porque yo debía darle la interpretación correcta y así lo hice. Y me siento bien por eso. Nuestra mente es más fuerte de lo que nosotros pensamos. Es poderosa capaz, efectivamente, de despedirte incluso cuando estás a punto de morir.  
 
En mi sueño hubo fuego y agua. Dos elementos fundamentales para vivir.
El fuego es señal de vida, no de destrucción. El fuego alumbra cuando hay tinieblas, guía el camino cuando es antorcha y calienta el frío cuando es fogata. El fuego es necesario. 
El agua, por su parte, purifica, limpia y es vida. Reconforta al sediento, cura al herido y renueva cuando refresca. El agua también es necesaria.
Ahí estaba el mensaje completo: No pienses que todo aquello que se ve mal necesariamente continuará mal porque lo malo dura el momento que nosotros queremos dando pase a lo bueno sencillamente para disfrutarlo.
 
La casa en llamas buscó mi atención porque debía ir a buscarte. Estaba vacía porque no va a ser lo mismo sin él. Tenía agua en sus pisos porque se está purificando para dar inicio a una nueva etapa, de renovación. Y ahora toca entender, porque asumo que será muy difícil buscar compañía en la soledad. En esa soledad de pensamiento. Esa soledad que estoy seguro llegarás a comprender con tal sabiduría que encontrarás esa tranquilidad que mereces y necesitas. Y por supuesto la compañía que todos te daremos siempre.
Isa, juntos renovaremos la casa en llamas.
 
Moraleja: Hasta siempre Benjamín, gracias por tu último mensaje.





sábado, 9 de febrero de 2013

LA LENTA MÁS LENTA

Recuerdo siempre las series de televisión que veía en mi época, incluso cuando no era común tener cable en casa. Las pasaban traducidas al castellano por señal abierta en el horario estelar y al día siguiente era comentada: Salvado Por La Campana, Los Años Maravillosos, ¿Quién manda a quién?, Mr. Belvedere, Tres x Tres, El Show de Bill Cosby... y etcetera. Buenas series, con buenos mensajes. Programas que se dejaban ver en familia y que, además, podíamos ver las repeticiones hasta el anuncio de nuevos capítulos que nuevamente acaparaban toda nuestra atención... por lo menos durante las dos semanas que duraban. Llegué a hacer una videoteca grabando en VHS muchos capítulos de las series que menciono; no miento si digo que llegué a grabar cerca de 80 cassettes y tantas veces los vi que llegué hasta a aprenderme los diálogos... pero de tal manera avanzó la tecnología que de estos vídeos sólo me queda el recuerdo. Ahora la internet simplifica todo. Pero por ahí no va mi relato, no. Si menciono lo de las series de televisión es porque rememorarlas trajo a mi mente un recuerdo: Todas estas series juveniles se caracterizaban por algo. Siempre, en su secuencia de capítulos, debía haber uno dedicado al famoso Baile de Graduación en donde el guión aprovechaba la situación para por fin unir a la pareja protagónica en un idilio apasionado que fomentara más enredos en su historia. Por lo general las escenas de la Fiesta de Graduación duraban poco, empezaban con el director del colegio expresando palabras de bienvenida y terminaban cuando el DJ anunciaba el baile lento proseguido del abrazo, el chape y el fin del capítulo.
 
Y es el famoso baile lento, o La Lenta como todos lo conocemos, aquel momento que marca un antes y un después en nuestras vidas. Nuestras fiestas, (las de antes porque hoy en día ya no se bailan lentas porque hasta con el ♫ todo de me da vueltas, todo me da vueltas, todo me da vueltas vueltas vueltas ♪ igual las parejas se abrazan y chapan como si bailaran Everything I Do, I Do It For You de Bryan Adams) tenían ese momento mágico de oír la lenta para que las parejas de barrio se junten. Ella con él, él con ella, ella frente al espejo y él con él recontra caletas. La cosa es que llegara el momento oportuno de una lenta para ponerse en posición: Ella con la manos sobre los hombros de él, él con las manos en la cintura de ella. Él mirando la cabeza de ella y ella mirando los zapatos de él. Él queriendo acercarse a ella y ella queriendo alejarse de él. Él sonriéndole como cojudo a ella y ella correspondiendo la sonrisa acojudada de él. Él dando pasitos lentos como péndulo llevándola a ella y ella dejándose llevar repitiendo los pasos de él. De pronto él asume el momento corajudamente y lleva sus manos a la espalda de ella, entonces ella lleva sus manos a la nuca de él. Él coloca su cabeza por encima del hombro de ella y ella acomoda su cabeza en el pecho de él. Los pasos de péndulo continúan uno a uno. Él busca la mirada de ella y ella se hace la loca y dirige su mirada nuevamente a los zapatos de él. Él por encima del hombro de ella mira a su amigo de a lado y hace un gesto de campeón dando a entender que el momento se acerca mientras ella mira a su amiga que baila a lado el mismo paso lento con un desconocido y se pone virola en señal de no estar muy satisfecha con el baile pendular. Él decide coger suavemente el cuello de ella y ella tímidamente alza la mirada para verlo a él. Él y ella siguen dando vueltas sobre su eje, ella y él parece que han hecho click. Él junta el hocico en forma de beso y ella cierra los ojos con fuerza. Ella acerca su cara a él y él, como si se tratara de una escena en cámara lenta, con mucha sutileza intenta apuntar a los labios de ella. Ella y él aprovechan la melodía lenta que obligó a apagar las luces del local para unirse en un ósculo húmedo y atrevido. Él y ella están a punto de besarse y en ese preciso instante, luego de tanta demora y pasitos de quien se ha hecho el dos en el calzoncillo, las luces de pronto se encienden, termina la lenta y empieza a sonar Sopa de Caracol y a la mierda el beso.  
 
Así eran nuestras fiestas, en casa de los amigos. Cuando siempre había un motivo que celebrar.
 
Teníamos alrededor de 15 años, un amigo hizo una fiesta en su casa por un motivo que no recuerdo. Estábamos todos invitados. Cada uno debía hacer gala de sus mejores trapos, peinados y perfumes. Yo usaba un arete para entonces, chompas coloridas (que no entiendo cómo podía usarlas), pelo largo y kilos o litros de gel para dar un aspecto más encantador a mi mal aspecto. En casa del amigo estaban sus familiares repartidos en la sala y comedor y entre ellos la mancha del barrio, nosotros, dispuestos a bailar, tonear y pasarla bien. Pasaron las horas, nos divertíamos. Habíamos acaparado la fiesta y todo marchaba realmente bien. Pero ya era hora de La Lenta... tenía que escucharse. Necesitábamos que de pronto las luces se apaguen y que las parejitas se junten. Sentada en el sofá estaba con quien yo quería bailar y hacer todo el itinerario del Ella y él, él y ella. Entonces me acerqué al dueño de cada y le dije "Oe, La Lenta pe'" y señalé a la chica del sofá. Entonces mi amigo anunció La Lenta y dijo que todos debían bailar. Las luces se apagaron y el recinto quedó iluminado por el alumbrado público que ingresaba gratis por las ventanas. Apagó la radio. Sacó un cassette de su estuche, lo puso en la radio. Dio play y empezó a sonar Unchained Melody (Melodía Desencadenada), la canción de la película Ghost, famosa entonces. Las chicas soltaron un grito agudo. Algunas parejas de inmediato salieron a la pista, otras tuvieron que ser forzadas a salir y los que no tenían la más remota idea de lo que era bailar o salían de la casa o se escondían en el baño. Le insistí a mi amigo por medio de señas con los ojos que me juntara con la amiguita del sofá para bailar... él se dio cuenta que quien había incentivado el baile era yo y me pidió que no me preocupe. Pude notar en su aliento que la mezcla de Ron Medellín con Mambo de fresa-banano o mango-albaricoque no le favorecieron en nada (que levante la mano quien no ha tomado esas mezclas en su iniciación alcohólica...¿nadie?, sigamos entonces) y me dijo que de inmediato me pondría en la pista de baile con quien yo pedía. En su tambalear se acercó al sofá, yo iba contando los segundos. Ella seguía ahí sentada y mi amigo, errante como el solo, comenzó a dirigirse a otro lado... ¡NO!, pensaba yo... ¡NO, Por favor!... Y en eso el borracho este coge la mano de su tía de 194 años y le dice con voz confusa "Mi pata Franco quiere bailar contigo"... - Ay, qué galante muchacho -, escuché yo y en menos de 5 segundos ella me cogía del cuello y yo cogía con mucho cuidado unas caderas fofas y gigantes. - Qué guapetón de muchacho - seguía diciendo la vieja mientras que con sus juanetes me iba metiendo cabe a cada paso. La danza seguía su curso y yo parecía una marioneta. De pronto me cogió de las mejillas y me sarandeó de un lado a otro - Ay, pero que bello muchachito, me lo como -, inmediatamente la imaginé metiéndome a una olla gigante para hacer Estofado de Franco. Las demás parejas se reían y la tía en pleno momento álgido y emotivo de la dramática canción a la mitad de su melodía, aplaudía como quien baila La Macarena en un crucero... quemó la vieja. El olor a Heno de Pravia que emanaba de sus enaguas era terrible, yo sólo le pedía a San Expedito que por favor me convierta en pedito y me saque de ese cuadro aterrador. La señora parecía un trompo carretón dando vueltas con el equilibrio de un elefante en scooter y yo un  muñeco de trapo danzando al vaivén del viento y forcejeo de la enorme mano de mi pareja de baile. Cuando la música terminó, la señora me agradeció acercando sus enormes labios rojos a mi frente y estampando un tatuaje de colorete me agradeció la gentileza y oportunidad dado que no bailaba desde que se estrenó Lo Que El Viento Se Llevó que coincidió con el día que cumplió 40 años - Dame un abrazo, belleza - dijo, me estampó otro beso en la mejilla, me abrazó quebrándome 3 costillas y se fue a sentar. Y ahí quedé yo, en medio de la pista de baile, con las luces ya encendidas, despeinado y casi violado a vista y paciencia de todos quienes apreciaraon La Lenta más lenta de toda mi vida.  
 
Y así sucedió... mi primera Lenta en realidad hubiera querido que sea sumamente rápida para que termine pronto... pero las cosas pasan por algo... o por algo es que estas cosas siempre me pasan a mí.
 
 
Moraleja: Nadie me quitará lo bailado...!