No sé pelear. No soy un palomilla de ventana. Tengo mi esquina y mi calle pero no tiro mecha... no nací para eso. Considerar trompearme con alguien a la salida del colegio, en el recreo a escondidas del comedor de los profesores o esos típicos retos del famoso juego "tumbaditas", nada, no va conmigo.
Y no sé por qué, "por naturaleza", macho que se respeta debe meter su combo, nokear al enemigo, dar miedo y tanta vaina que el barrio se supone debe inculcar. Hoy tengo 33 años y puedo decir que nunca necesité de una bronca a puño limpio para demostrar valentía y que mucho menos me vi en la necesidad de amenazar a alguien con golpearlo por el simple hecho de crearme una leyenda. Y esto me permite aprovechar mi experiencia para inculcar a mis hijos que nada se resuelve con violencia, ni mucho menos con abuso porque eso no lleva a ninguna buena conclusión, al contrario, conlleva sencillamente a crear rencor y enemistad y la vida no está hecha para perder el tiempo en tonterías como esa.
Y no sé por qué, "por naturaleza", macho que se respeta debe meter su combo, nokear al enemigo, dar miedo y tanta vaina que el barrio se supone debe inculcar. Hoy tengo 33 años y puedo decir que nunca necesité de una bronca a puño limpio para demostrar valentía y que mucho menos me vi en la necesidad de amenazar a alguien con golpearlo por el simple hecho de crearme una leyenda. Y esto me permite aprovechar mi experiencia para inculcar a mis hijos que nada se resuelve con violencia, ni mucho menos con abuso porque eso no lleva a ninguna buena conclusión, al contrario, conlleva sencillamente a crear rencor y enemistad y la vida no está hecha para perder el tiempo en tonterías como esa.
Hice primero de secundaria en un colegio mixto y yo era el alumno nuevo en un colegio nuevo. Cuando llegué ya existía un grupo de amigos consolidado y yo debía lograr integrarme (debo confesar que una de las cosas que más me gusta de la vida es hacer amigos). Bacán, al inicio todo bien. Como en todo salón existían las argollas: Las Chicas y sus cosas de chicas, los Patas y sus cosas de patas. Chicas y Patas, Patas y Chicas, Chicas con patas chicas, patas que quieren ser chicas y chicas que enseñan sus patas... en fin, ya me hice un lío... retomemos:
Los primeros meses de clase transcurrieron normal, nuevos amigos y amigas y todo bien, pero siempre llega el momento en que un "compañero" del salón vomita un "habla, nos mechamos" por puro gusto y afán de "sobresalir", más aún cuando siente necesidad de fomentar su hombría venida a menos por falta de autoestima quizá.
Pues bien, la propuesta me la hicieron a mí. Un patita me comprometió a responder la pregunta de rigor que nos llevaba a encontrarnos en un parque a la vuelta del colegio a la hora de la salida. Reconozco que no me sentí cómodo, que sentí temor pero que la presión misma del "no vayas a arrugar ah" respondió por mí y sin ponerme bravucón, acepté. Ok, todo quedó listo para la tarde del día siguiente y para el día después de mañana.
Pues bien, la propuesta me la hicieron a mí. Un patita me comprometió a responder la pregunta de rigor que nos llevaba a encontrarnos en un parque a la vuelta del colegio a la hora de la salida. Reconozco que no me sentí cómodo, que sentí temor pero que la presión misma del "no vayas a arrugar ah" respondió por mí y sin ponerme bravucón, acepté. Ok, todo quedó listo para la tarde del día siguiente y para el día después de mañana.
El día del encuentro, durante todo el día, el bacancito golpeaba su puño contra la palma de su otra mano en señal de desafío y victoria; yo sonreía y los demás adoquines exacerbaban el momento con el "uy uy uy uy". Yo continuaba sonriendo (y para quienes me conoces saben que siempre ando con una sonrisa el mayor tiempo posible).
¡RIIIIIIIIIIIIIIIIING! Timbre que anuncia la salida de clases y la comitiva completa nos dirigimos al parque, a la vuelta del colegio... faltaba Kike Pérez para que narre el encuentro como en el Rincón del Box.
El patita se puso delante de mí con los puños formados y los brazos en posición de boxeo. Yo dejé mis brazos caídos a los lados y le dije "bueno, no sé pelear, tú dame el primer golpe" y el oponente se quedó extrañado. Parado ahí asombrado de mi tranquila reacción ante la masa de gente que jugaba apuestas en las que, claro, por mí no se debatían ni 2 soles. ¡¡¡Pelea Carajo!!! gritó mi contrincante y nuevamente se puso como Muhammad Alí en su mejor momento. Yo insistí: Lo siento, no sé pelear.... dame tú el primer golpe y quizá eso me haga reaccionar. El patín se acercó a paso lento temiendo, quizá, que fuera a hacerle un ¡¡¡ABUUUUKET!!! o algo así. Pero yo lo miraba fijamente. Se acercó más, un paso más y de pronto un golpe seco y fuerte aterrizó en mi oreja izquierda.
Producto del golpe sentí un mareo y caí como tabla, de culo, al piso. Cuando vi hacia arriba nuevamente, el sujeto éste continuaba parado con la misma pose de boxeador triunfante ansiando más pelea, más emocionado que Daniel Sam en su primera clase con el Sr. Miyagui.
Me incorporé, cogí mi mochila. Me di media vuelta y me fui, cogiéndome la oreja (y el culo). Sorprendentemente no hubo insultos por abandonar el "ring"... solo hubo silencio. Un silencio extraño. A medida que me alejaba esperaba los gritos e inclusive que me cogieran de la camisa para continuar el round, pero no, no hubo nada de eso. Solo silencio sepulcral. Silencio absoluto. Muy extraño... un silencio triste e inoportuno. Yo escuchaba únicamente un zumbido en mi oído izquierdo.
Al día siguiente, en el colegio, el pata este llegó, me vio... me saludó y me ofreció disculpas dándome la mano. No me dijo nada más. Correspondí su saludo.
Luego me invitó a su casa a almorzar, fui, conversamos. También lo invité a la mía y conversamos más, pero nunca del tema del famoso primer golpe que respetuosamente le solicité en su organizada pelea. Fuimos grandes amigos el resto de ese año pero desde entonces nunca más lo volví a ver. No sé qué lección aprendió él, no sé si hoy es preparador físico del hijo de Mauro Mina o es Sacerdote... no lo sé. Y no me interesa saberlo, pero siempre recuerdo la historia y trato de entender MI reacción. Creo que fue correcta, un poco estúpida o extraña o quizá sumamente valiente... no lo sé.
Hoy tengo dos hijos, uno va al nido y otro al colegio, y cuando estoy en el trabajo y pienso en mis hijos, no pienso en sus exámenes, no pienso en su atención y en su rendimiento. No pienso en si están copiando o no la tarea como la profesora quiere... solo pienso que no llegue el día en que alguien les diga "habla, nos mechamos" porque no soportaría que les hagan daño. Porque estoy seguro que a mis hijos no se les ocurriría comprobar si son más fuertes que otro amiguito del salón. Porque no entenderían porqué dos seres humanos, compañeros de clase, deberían pelear para demostrar hombría. Porque sus vidas podrían cambiar drásticamente si eso sucediera y porque los estamos criando, con mamá, a ser buenos, valientes pero no abusivos ni desafiantes.
Aprendamos a recibir el PRIMER golpe pero no a contribuir para que haya un SEGUNDO. Allá los que crean que las personas se hacen personas con violencia, NO, las personas se hacen con valores, con esfuerzo y con tesón y su capacidad de defensa depende estrictamente de su inteligencia y no de la fuerza bruta... porque somos seres humanos, iguales.
Moraleja: Despidamos para siempre la violencia en los niños... basta de Bullying...!!!