Cuando nos toca hablar de los amigos nos referimos siempre a ellos en relación a nosotros. Cómo son nuestros amigos, cómo se comportan y qué los hace especiales e importantes en nuestras vidas. Es la amistad una virtud y compañía necesaria. Sin embargo, vale la pena también mirarnos al espejo y saber si somos nosotros mismos quienes estamos cumpliendo un buen papel dentro de la enorme responsabilidad de ser un Amigo Genial. Así como Woody y Buzz Lightyear, como Bob Esponja y Patricio, como El Chavo y Kiko, como Kevin Arnold y Paul Pfeiffer, como Tito y Lalo... y muchos ejemplos más de verdadera amistad.
Creo que para reconocer nuestra real intensidad de ser amigo el destino nos pone a prueba muchas veces. Cuando debemos dar un consejo. Cuando simplemente debemos callar y escuchar. Cuando necesitamos ahogar penas o cuando simplemente sabemos que nuestros planes serán mejor elaborados si contamos con la presencia y ayuda de ese amigo especial.
A mí me sucedió algo muy particular que creo, modestamente, me hizo sentir que puedo ser un buen amigo. Sucedió hace mucho tiempo atrás...
Acababa de cumplir la mayoría de edad y los permisos para salir los fines de semana eran restringidos. No podía llegar a mi casa pasada las 2 am. Podía salir a divertirme a una discoteca, a la casa de alguien o a una fiesta pero debía llegar a casa máximo a las 2 am. Estaba cerca mi cumpleaños y muchos amigos me preguntaban qué iba a hacer para ese día, mi cumpleaños caía domingo y querían celebrármelo el sábado para la víspera. Yo siempre debía decir que podíamos bajar al barrio simplemente pero mis amigos intentaban algo más elaborado. Salió la idea de ir a una peña, confieso que la idea no me entusiasmaba mucho porque nunca me han gustado los sitios aglomerados de personas pero dado el entusiasmo y que la organización era por mi causa, acepté. Incluso sin yo saberlo un buen amigo mío se comunicó con mi mamá y le pidió permiso para que yo llegara más tarde, ella aceptó. Me lo contaron, lo corroboré y sí, mi emoción fue aún mayor porque por vez primera no había toque de queda en mis salidas de fin de semana.
Mientras el fin de semana se acercaba todo el grupo tenía que ver con la reunión en la Peña Las Brisas del Titicaca para celebrar mi cumpleaños. La noticia corría, todos hablaban de lo mismo incluso personas que no eran directamente amigos míos pero sí amigos de mis amigos ♫ uh vaya lío... los amigos de mis amigos son mis amigos... ♪ en fin... se invitaban a la reunión y claro, mientras más, mejor, yo feliz. Sin embargo debía admitir que el hecho de no tener mucha propina hacía que me quedara corto en pasaje, trago y esas cosas... pero en fin.
Para el miércoles de esa semana la idea de ir a Las Brisas del Tititcaca estaba tatuada en el subconsciente de muchas personas. Prácticamente no se hablaba de otra cosa. Me abrumaba saber que era por mí y hasta me llamaba la atención el entusiasmo... los minutos seguían su curso y la expectativa crecía.
El jueves antes del gran fin de semana nos reunimos varios amigos a tomar unas cervecitas en el barrio. Entre carcajadas y agitadas de vaso para botar el conchito y pasarlo nos estábamos divirtiendo a costa de nada. En eso me fui a un lado a hacerle espacio a la vejiga. En ese momento se había incorporado al grupo algunas personas también parte del mismo grupo amical a quienes yo conocía pero con quienes no tenía mayor confianza, también sabían del tema del sábado así es que bienvenidos sean, brindemos por la peña que estaba por armarse dentro de dos días. Cuando estaba regresando al grupo una de las chicas que acababa de llegar se me acercó... me cogió del brazo y me llevó a un lado. Sus ojos tenían una mirada maliciosa, extraña, maquiavélica pero que trataba de disfrazar con encanto, dulzura y simpatía. Su rostro compungido en un gesto sumamente triste y conversamos, ella empezó a hablar:
- Pucha Franco, sorry. Lo que pasa es que mañana yo no voy a poder ir a la fiesta sorpresa que todos te están organizando en la casa del Narizón.
Inmediatamente mi mente ordenó las piezas y lo entendí. El entusiasmo de todos era en realidad la Organización de una Fiesta Sorpresa. El argumento de la peña era mentira precisamente haciendo caso a que este tipo de locales no son mi total agrado. Uno de mis grandes amigos había puesto su casa para homenajearme y todos estaban de acuerdo con eso. Todos debían coincidir en hora, momento y entusiasmo para sorprenderme. Incluso mi madre estaba incluida en los planes porque ella también me hablaba de la famosa peña a sabiendas de que era en realidad era una fiesta sorpresa en casa de uno de mis amigos. Por ende no había problema con la propina porque ya no iba a gastar en nada y tenía permiso para llegar al día siguiente a casa al amanecer, pero ¿por qué esta persona tenía la intención de arruinar la sorpresa de esta manera? Créanme que hasta el día de hoy no lo sé ni lo pregunté ni lo preguntaré... Volviendo al relato, tuve la acertada reacción de responder inmeditamente el ataque y dejando adentro la rabia, sonreí, la miré a los ojos y le dije:
- No te preocupes, de repente puedes ir más tarde. Todos vamos a estar ahí toda la noche así es que trata de ir, en serio.
- Gracias, pero sí quería que sepas que no voy a poder ir A LA FIESTA SORPRESA QUE TE ESTÁN ORGANIZANDO (lo dijo pronunciando perfectamente la palabras que resalto para que me diera cuenta de lo que estaba hablando). De verdad, sorry.
- No te preocupes. En serio.
Y regresamos al grupo en donde por coincidencia estaba el dueño de casa donde se haría la fiesta. Tomé la decisión de no mencionar que sabía de la fiesta sorpresa. Lo hice por ellos, por mis verdaderos amigos. Porque ellos se estaban preocupando por mi satisfacción y ahora me tocaba a mí preocuparme por la generosa intención de todos.
El sábado llegó. Todos llegamos al punto de encuentro perfumaditos y las amigas también bien acicaladas. Un buen grupo de amistades unidas por mí. Abrumador como ya lo dije antes. De pronto la Sorpresa comenzó. Yo me dotaba de histrionismo para parecer natural. Algunos dijeron que irían avanzando. Comencé a darme cuenta que organizar una fiesta sorpresa era cosa seria. Precisamente el dueño de casa me pidió que lo acompañara a comprar. Fuimos en su carro con otros amigos más a un supermercado. Su teléfono sonaba y él hablaba con voz muy baja. Podía entender que le pedían que se demorara más. Pasaron 15 minutos más. Nos tomamos unas chelitas en lata (siempre hay pretexto para unas chelitas con los patas, de lo contrario no sería precisamente una Cerveza la que intenta instituir el primer sábado de julio como El Día del Amigo). Salimos del supermercado y mi pata dueño de casa, quizá organizador de todo: El Narizón, se tocó los bolsillos del pantalón y dijo que había olvidado su billetera y tenía que ir a su casa a recogerla. Los demás que estábamos ahí comenzaron a criticarle el olvido. Me iba dando cuenta que el momento iba llegando. Claro que todos estos detalle no los hubiera percibido de no saber de antemano la realidad de ese sábado por la noche.
Llegamos a la casa, de afuera se veía todo apagado. Curiosamente el dueño de casa nos dijo que lo acompañemos adentro porque tenía una chelita más y quería empilarse. ¡Vamos! dijimos todos. De manera organizada me dejaron atrás. Abrieron la puerta y entramos a la casa. Mi mente estaba preocupada y asustada. Temía que mi reacción no fuera lo suficientemente natural como para no despertar la sospecha o confirmación de que lo sabía todo por culpa de la envidia personificada. En el preciso instante que entré a la casa las luces se prendieron y el unísono ¡SORPRESA! finalmente me hizo reaccionar. Abrí los ojos. Me entusiasmé, me hice el loco. Quizás exageré. Algunos evaluaron mi reacción. Otros me dijeron que yo sabía todo, que ya me había dado cuenta, que mi reacción no había sido natural... pero bueno. Todos me abrazaron. Se compartió una deliciosa cena. Comenzó la música y fue una fiesta de cumpleaños que estoy seguro jamás olvidaré. Un adorno con mi nombre colgaba de una de las paredes, habían globos y serpentinas. Una mesa con bocaditos diversos, 20 cajas de chela en el refrigerador. Ají de Gallina en dos ollones de Club de Madres, harta pica pica y demasiada alegría. Fue extraordinario. Finalmente me sorprendí de verdad... consiguieron emocionarme mucho. Fui Realmente Sorprendido.
Llegamos a la casa, de afuera se veía todo apagado. Curiosamente el dueño de casa nos dijo que lo acompañemos adentro porque tenía una chelita más y quería empilarse. ¡Vamos! dijimos todos. De manera organizada me dejaron atrás. Abrieron la puerta y entramos a la casa. Mi mente estaba preocupada y asustada. Temía que mi reacción no fuera lo suficientemente natural como para no despertar la sospecha o confirmación de que lo sabía todo por culpa de la envidia personificada. En el preciso instante que entré a la casa las luces se prendieron y el unísono ¡SORPRESA! finalmente me hizo reaccionar. Abrí los ojos. Me entusiasmé, me hice el loco. Quizás exageré. Algunos evaluaron mi reacción. Otros me dijeron que yo sabía todo, que ya me había dado cuenta, que mi reacción no había sido natural... pero bueno. Todos me abrazaron. Se compartió una deliciosa cena. Comenzó la música y fue una fiesta de cumpleaños que estoy seguro jamás olvidaré. Un adorno con mi nombre colgaba de una de las paredes, habían globos y serpentinas. Una mesa con bocaditos diversos, 20 cajas de chela en el refrigerador. Ají de Gallina en dos ollones de Club de Madres, harta pica pica y demasiada alegría. Fue extraordinario. Finalmente me sorprendí de verdad... consiguieron emocionarme mucho. Fui Realmente Sorprendido.
Si ellos lo hicieron fue porque me estiman, porque me consideran un buen amigo. Si se tomaron el trabajo de organizar algo tan especial fue porque estaban motivados por algo. Y fue por esa razón, por valorar ese esfuerzo, entusiasmo y cariño, que tampoco les eché a perder la organización. Fue la gratitud a su gran idea. Porque estuvieron de acuerdo, mis amigos, en que por alguna razón merecía un cumpleaños inolvidable... y así lo fue, incluyendo además, el enterarme de una manera abrupta antes de tiempo y aún así sorprenderme tal cual hubiera sido que no sepa nada. Es por eso que a los Amigos hay que quererlos como mier...!!! porque contar con ellos es lo mejor que nos puede pasar.
Y dicho sea de paso, la persona que intentó arruinar mi super tono llegó más tarde. Bailó, comió, se divirtió, brindó, se carcajeó, eructó y probablemente se pedorreó y vomitó. Pero la pasó bien y eso para mí fue suficiente porque me di el lujo de pensar que no tuvo otro lugar a dónde ir y su única opción fue Mi Fiesta porque todos estaban ahí... entonces me acerqué a ella. Me miró y se puso nerviosa. La miré y le dije... "gracias por venir".
Moraleja.- Tener un gran amigo es la manera más auténtica de elegir a un hermano.
Bueno antes que nada repudio la actitud de esa persona , era la ENVIDIA hecha mujer.
ResponderEliminarPero que mas podia hacer por un amigo como tu??' eres tan sensible noble y sincero que quien te tiene como amigo tiene un gran tesoro , es millonarioooo!!!
FELIZ DIA DEL AMIGO FRANQUITO!!!!!
Buena hijo, le pusiste remedio al aguijón y la pasaste bien, descubriste amigos de verdad y descubriste ser un buen amigo también.
ResponderEliminarSalud por eso y por todas las maravillosas sorpresas que te regala la vida día a día y por todas aquellas que desde el fondo del corazón ofreces tú.
Besito y felicitaciones por el tema de hoy.
Mamá
(¿podrían cambiarse de nombre y seguir comentando?)... digo, no? (es broma, sigan haciéndolo mis fans enamoradas)
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