viernes, 5 de julio de 2013

LA FIESTA DE MI MUERTE

Estoy echado en mi cama. Dormido. Siento frío, un frío que se estaciona en mis piernas y resfría mis huesos. La paz de la noche acompaña mi cansancio y estoy tranquilo. Sueño con mi vida que veo pasar en fotografías. Cada momento es una felicidad e incluso las fotos tristes me producen una sonrisa, porque fueron momentos necesarios que ya sucedieron y ahora son anécdotas. Mi cama es cómoda, mi reposo es relajado. Hay comodidad y me he acostumbrado a mis dolores. Puedo descansar con toda tranquilidad. Dormido puedo recordar muchas cosas a través de mi mente que se dedica a divagar. Ahora mi sueño es profundo. Son las cuatro de la madrugada, tengo 83 años y acabo de morir.

Ya amaneció, mi hijo, con quien vivo desde hace mucho, entra a mi cuarto. Viejo, me dice, hora de despertar. Yo lo escucho pero no me muevo. Él se acerca a mí. Coge mi frente para conocer si la fiebre se ha presentado de nuevo pero me siente frío, muy frío. Coloca sus dedos en mis labios y los siente secos. Acerca su cabeza a mi pecho y trata de escuchar mi corazón que horas antes decidió dormirse también. Me mira y con mucho cuidado me da un beso en la frente. Su beso tarda en terminar como cuando yo lo besaba antes de acostarlo cuando niño. Coge mis manos, las siente frías como el resto de mi cuerpo. Me da la mano como despidiéndose de mí y sale de mi cuarto. Escucho que hace una llamada y avisa que he muerto. Que ya dejé de vivir. Dejo caer una última lágrima, aquella que contuve antes de acostarme porque no quería que nadie entendiera que ya me estaba despidiendo.

En la sala de la casa de mi hijo han colocado un cajón, dentro del cajón estoy yo. Acicalado y buenmozo. Mejorado. Muchos pasan a verme. Al verme ríen y al reír lloran y se disculpan conmigo porque saben que tienen prohibido llorar, se los pedí en vida. No quiero lágrimas en mi velorio, quiero risas. Quiero que todos los que vayan a verme cuando descanse dentro de una caja de madera, rían, se diviertan. Se diviertan de la misma manera que yo me divertía cuando nos reuníamos entre amigos y con la familia. Es por es que en mi frente hay un letrerito pegado que dice "No olvides sonreír, te estoy filmando". Ninguno de los presentes lleva una sola prenda negra, mucho menos visten terno o vestido, lo prohibí también. Vengan con jean y zapatillas, lo más cómodo que puedan. Vengan como si fuéramos a ver un partido de fútbol deseando que por fin vayamos al mundial... y traigan ese mismo ánimo así sea la fiesta de mi muerte. Traigan cerveza si quieren... no me opongo.

Acaba de llegar mi otro hijo, el mayor. Se acerca. Estoy con mucha expectativa de conocer su reacción. Me mira, quisiera romper el vidrio que nos separa para poder abrazarlo, darle un beso y decirle que nunca en toda mi vida dejé un solo segundo de estar orgulloso de él. Que él y su hermano son lo mejor que me pudo pasar en mi vida y en mi eternidad donde quiera que me vaya a partir de ahora. Santiago le pregunta a Mateo si trajo lo que le pidió. Mateo saca de su maletín el famoso disco que yo escuchaba en casa cuando ellos eran chicos y la bailábamos juntos como orates. Anuncia a los invitados que a pedido de papá va a poner las canciones que quería se escuchen cuando este día llegara. Y comienza a sonar en el equipo una serie de cumbias famosas de los años 2005 al 2015... todos entienden el mensaje, esto es una fiesta.

Ya los oigo conversar a todos, divertidos, recordándome. Amigos míos de siempre. Viejos también lógicamente a quienes me adelanté pero pronto veré. Sus hijos, mis nietos y sobrinos. Mis hermanos y el recuerdo imborrable de mis padres. Todo se vuelve un tema de conversación en homenaje a este anciano que yace dentro de un cajón satisfecho de estar muerto pero capaz de mantener a todos contentos. A eso me dediqué en mi vida. Si lo demás lo hice bien o no, es juicio absoluto de quien estuvo a mi lado. No es momento de analizar mis logros porque no me corresponde. Simplemente en mi vida siempre me satisfizo ser feliz. En todos mis momentos sencillos y complicados siempre hubo espacio para reír y hacer reír por eso celebro ahora la fiesta de mi muerte. Haber muerto no es otra cosa que dejar vivo mi recuerdo y descansar en paz.
 
Los invitados se sirven algunos bocaditos que mi hijo, como estupendo anfitrión, ofrece. No café a pesar del frío, sino otro tipo de compartir. Algo dinámico y rápido, sin mucha ceremonia. Ya si difícil fue vivir y salir adelante, sencillo tiene que ser morir y punto.
 
Ahora las risas se han vuelto un coro que resuena en la sala de la casa de mi hijo quien nos albergó a mamá y a mí tantos años. Los rostros siguen pasando por mi ventana, se ríen al leer el cartelito. Me llaman loco como siempre me llamaron. Pasan y les divierto por última vez. Yo me regocijo porque a pesar de que no respiro siento que aliento a mantener una sonrisa en cada rostro que se aproxima a decirme adiós por última vez.
 
Este es el significado de descansar en paz. Para qué gastar pena, para qué dar paso a la lástima si eso lo que hace es enturbiar el ambiente. Al contrario, ¡rían carajo!, ¡rían y celebremos la vida y el final de ésta! Si sé que fui una buena persona entonces recuérdame así. Es curioso: muchas veces al morir alguien los demás quejan su partida diciendo "pero si era tan bueno", ¿y qué acaso aquellos que son muy buenos no tienen derecho de morir porque ya no pueden vivir más su prolongada vejez? En fin, sigo recordando, sigo pensando, sigo divagando. Cada momento intenso de mis años de vida los tengo resumidos en mi mente. Pero sí, ya quería descansar. Necesitaba "estirar las piernas" y quedarme dormidito. Estaba cansado.
 
De pronto una mano toca el vidrio de mi cajón. Los dedos extendidos me permiten ver una mano delgada y anciana. En el dedo anular no lleva un aro, lleva un símbolo, lleva una señal. Lleva un compromiso que reconozco de inmediato porque en mi dedo anular de la mano derecha llevo yo el mismo símbolo, la otra mitad del amor más puro, infinito y eterno que pudimos construir. Ella es la única que tiene permitido llorar porque me pidió que no le prohíba despedirse de mí con la pena que la embargaría. Sus lágrimas empañan mi visión. Acordamos que quien deba llorar la muerte de quien parta primero cantaría la canción que ella inventó cuando éramos enamorados. Ella comienza a cantarla y yo me quiebro. Ella es la única capaz de sensibilizarme de tal manera hasta el punto de manipular las fibras más débiles de mi fortaleza. "... ♫ yo te amo mucho muchito muchote ♪..." sigue cantando ella. Aquella canción que sólo ambos conocemos y que ella misma inventó inspirada en nuestro indestructible amor y que la primer vez que la cantó a mi oído supe que había llegado al puerto del que nunca más zarparía solo y que desde ese momento, vaya a donde vaya, ella iría conmigo de la mano... hasta este momento. No demores en reencontrarte conmigo por favor, siempre voy a necesitar de ti.
 
Los amigos y familia se van, la casa queda sola. En una silla a lado de mí está sentada mi esposa y se mantiene atenta a que todo marche como lo pedí. Estoy seguro que está ahí "por si necesito algo", no me cabe la menor duda que pese a estar yo dentro del más placentero descanso, ella está preocupada por mí, porque siempre lo estuvo y porque siempre me acostumbró a eso. A toda la familia nos acostumbró a su cuidado. Por eso insisto, no demores.
Ahora coordinan los preparativos para mi cremación que será a la mañana siguiente y el destino de mis cenizas finales será decisión total y absoluta de mis hijos. Y claro, no deben olvidar que antes de eso, mientras esperen que me vuelva polvo puro, la fiesta debe continuar. Porque morir es el último homenaje a vivir.
 
Moraleja.- Léase, entiéndase, cúmplase... he dejado en éstas líneas el deseo de cómo quiero que sea mi último día vivo y mi primer día muerto.  



2 comentarios:

  1. Por qué tienes que hacerme llorar carajo!!!!
    Gracias a Dios no estaré en esa tu fiesta, para no estropearla, porque habría sido imposible para mí divertirme en ella.
    Ten la seguridad que mucho tiempo antes me mudé a la mejor casa que Dios nos ofrece y me encontrarás con los brazos abiertos esperándote.
    Te amo loquito.
    Un gran beso!!

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  2. Siii igual digo yo!!! xq tienes ese poder de hacer que derrame lagrimas cuando escribes .. Dios me salvara de aisitir a esa fiesta.. ya habre partido .
    Cuanta sensiblidad tienes Franquito para hacernos a los que te seguimos sacarle mas de un lagrimon.
    Eres una persona muy especial y querida.
    Besos.

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