viernes, 5 de julio de 2013

LA FIESTA DE MI MUERTE

Estoy echado en mi cama. Dormido. Siento frío, un frío que se estaciona en mis piernas y resfría mis huesos. La paz de la noche acompaña mi cansancio y estoy tranquilo. Sueño con mi vida que veo pasar en fotografías. Cada momento es una felicidad e incluso las fotos tristes me producen una sonrisa, porque fueron momentos necesarios que ya sucedieron y ahora son anécdotas. Mi cama es cómoda, mi reposo es relajado. Hay comodidad y me he acostumbrado a mis dolores. Puedo descansar con toda tranquilidad. Dormido puedo recordar muchas cosas a través de mi mente que se dedica a divagar. Ahora mi sueño es profundo. Son las cuatro de la madrugada, tengo 83 años y acabo de morir.

Ya amaneció, mi hijo, con quien vivo desde hace mucho, entra a mi cuarto. Viejo, me dice, hora de despertar. Yo lo escucho pero no me muevo. Él se acerca a mí. Coge mi frente para conocer si la fiebre se ha presentado de nuevo pero me siente frío, muy frío. Coloca sus dedos en mis labios y los siente secos. Acerca su cabeza a mi pecho y trata de escuchar mi corazón que horas antes decidió dormirse también. Me mira y con mucho cuidado me da un beso en la frente. Su beso tarda en terminar como cuando yo lo besaba antes de acostarlo cuando niño. Coge mis manos, las siente frías como el resto de mi cuerpo. Me da la mano como despidiéndose de mí y sale de mi cuarto. Escucho que hace una llamada y avisa que he muerto. Que ya dejé de vivir. Dejo caer una última lágrima, aquella que contuve antes de acostarme porque no quería que nadie entendiera que ya me estaba despidiendo.

En la sala de la casa de mi hijo han colocado un cajón, dentro del cajón estoy yo. Acicalado y buenmozo. Mejorado. Muchos pasan a verme. Al verme ríen y al reír lloran y se disculpan conmigo porque saben que tienen prohibido llorar, se los pedí en vida. No quiero lágrimas en mi velorio, quiero risas. Quiero que todos los que vayan a verme cuando descanse dentro de una caja de madera, rían, se diviertan. Se diviertan de la misma manera que yo me divertía cuando nos reuníamos entre amigos y con la familia. Es por es que en mi frente hay un letrerito pegado que dice "No olvides sonreír, te estoy filmando". Ninguno de los presentes lleva una sola prenda negra, mucho menos visten terno o vestido, lo prohibí también. Vengan con jean y zapatillas, lo más cómodo que puedan. Vengan como si fuéramos a ver un partido de fútbol deseando que por fin vayamos al mundial... y traigan ese mismo ánimo así sea la fiesta de mi muerte. Traigan cerveza si quieren... no me opongo.

Acaba de llegar mi otro hijo, el mayor. Se acerca. Estoy con mucha expectativa de conocer su reacción. Me mira, quisiera romper el vidrio que nos separa para poder abrazarlo, darle un beso y decirle que nunca en toda mi vida dejé un solo segundo de estar orgulloso de él. Que él y su hermano son lo mejor que me pudo pasar en mi vida y en mi eternidad donde quiera que me vaya a partir de ahora. Santiago le pregunta a Mateo si trajo lo que le pidió. Mateo saca de su maletín el famoso disco que yo escuchaba en casa cuando ellos eran chicos y la bailábamos juntos como orates. Anuncia a los invitados que a pedido de papá va a poner las canciones que quería se escuchen cuando este día llegara. Y comienza a sonar en el equipo una serie de cumbias famosas de los años 2005 al 2015... todos entienden el mensaje, esto es una fiesta.

Ya los oigo conversar a todos, divertidos, recordándome. Amigos míos de siempre. Viejos también lógicamente a quienes me adelanté pero pronto veré. Sus hijos, mis nietos y sobrinos. Mis hermanos y el recuerdo imborrable de mis padres. Todo se vuelve un tema de conversación en homenaje a este anciano que yace dentro de un cajón satisfecho de estar muerto pero capaz de mantener a todos contentos. A eso me dediqué en mi vida. Si lo demás lo hice bien o no, es juicio absoluto de quien estuvo a mi lado. No es momento de analizar mis logros porque no me corresponde. Simplemente en mi vida siempre me satisfizo ser feliz. En todos mis momentos sencillos y complicados siempre hubo espacio para reír y hacer reír por eso celebro ahora la fiesta de mi muerte. Haber muerto no es otra cosa que dejar vivo mi recuerdo y descansar en paz.
 
Los invitados se sirven algunos bocaditos que mi hijo, como estupendo anfitrión, ofrece. No café a pesar del frío, sino otro tipo de compartir. Algo dinámico y rápido, sin mucha ceremonia. Ya si difícil fue vivir y salir adelante, sencillo tiene que ser morir y punto.
 
Ahora las risas se han vuelto un coro que resuena en la sala de la casa de mi hijo quien nos albergó a mamá y a mí tantos años. Los rostros siguen pasando por mi ventana, se ríen al leer el cartelito. Me llaman loco como siempre me llamaron. Pasan y les divierto por última vez. Yo me regocijo porque a pesar de que no respiro siento que aliento a mantener una sonrisa en cada rostro que se aproxima a decirme adiós por última vez.
 
Este es el significado de descansar en paz. Para qué gastar pena, para qué dar paso a la lástima si eso lo que hace es enturbiar el ambiente. Al contrario, ¡rían carajo!, ¡rían y celebremos la vida y el final de ésta! Si sé que fui una buena persona entonces recuérdame así. Es curioso: muchas veces al morir alguien los demás quejan su partida diciendo "pero si era tan bueno", ¿y qué acaso aquellos que son muy buenos no tienen derecho de morir porque ya no pueden vivir más su prolongada vejez? En fin, sigo recordando, sigo pensando, sigo divagando. Cada momento intenso de mis años de vida los tengo resumidos en mi mente. Pero sí, ya quería descansar. Necesitaba "estirar las piernas" y quedarme dormidito. Estaba cansado.
 
De pronto una mano toca el vidrio de mi cajón. Los dedos extendidos me permiten ver una mano delgada y anciana. En el dedo anular no lleva un aro, lleva un símbolo, lleva una señal. Lleva un compromiso que reconozco de inmediato porque en mi dedo anular de la mano derecha llevo yo el mismo símbolo, la otra mitad del amor más puro, infinito y eterno que pudimos construir. Ella es la única que tiene permitido llorar porque me pidió que no le prohíba despedirse de mí con la pena que la embargaría. Sus lágrimas empañan mi visión. Acordamos que quien deba llorar la muerte de quien parta primero cantaría la canción que ella inventó cuando éramos enamorados. Ella comienza a cantarla y yo me quiebro. Ella es la única capaz de sensibilizarme de tal manera hasta el punto de manipular las fibras más débiles de mi fortaleza. "... ♫ yo te amo mucho muchito muchote ♪..." sigue cantando ella. Aquella canción que sólo ambos conocemos y que ella misma inventó inspirada en nuestro indestructible amor y que la primer vez que la cantó a mi oído supe que había llegado al puerto del que nunca más zarparía solo y que desde ese momento, vaya a donde vaya, ella iría conmigo de la mano... hasta este momento. No demores en reencontrarte conmigo por favor, siempre voy a necesitar de ti.
 
Los amigos y familia se van, la casa queda sola. En una silla a lado de mí está sentada mi esposa y se mantiene atenta a que todo marche como lo pedí. Estoy seguro que está ahí "por si necesito algo", no me cabe la menor duda que pese a estar yo dentro del más placentero descanso, ella está preocupada por mí, porque siempre lo estuvo y porque siempre me acostumbró a eso. A toda la familia nos acostumbró a su cuidado. Por eso insisto, no demores.
Ahora coordinan los preparativos para mi cremación que será a la mañana siguiente y el destino de mis cenizas finales será decisión total y absoluta de mis hijos. Y claro, no deben olvidar que antes de eso, mientras esperen que me vuelva polvo puro, la fiesta debe continuar. Porque morir es el último homenaje a vivir.
 
Moraleja.- Léase, entiéndase, cúmplase... he dejado en éstas líneas el deseo de cómo quiero que sea mi último día vivo y mi primer día muerto.  



viernes, 14 de junio de 2013

PAPITO TAC

 LUNES 11 JUNIO DE 1984 (5 días antes de la actuación del Día del Padre) 
- A ver Franco ven, cuéntame, ¿qué has preparado para el día del padre en el nido?
- No puedo decirte, mamá. Es sorpresa.
- Pero cuéntame pues, yo no voy a decir nada a nadie.
- Mamá, es que no puedo pues. Si te cuento ya no es sorpresa.
- Pero la sorpresa es para papá, no para mí. Cuéntame pues.
- No pues.
- Corazón, cuéntame y que quede entre nosotros.
- Mmmmm, ya está bien, te voy a contar. Le voy a recetar una policía.
- ¿¿¿Qué???
- Le voy a recetar una policía a papá.
- A ver hijo, "recétame la policía" a mí primero.
- No mamá, ya te dije qué voy a hacer pero nada más.
- Pero un poquito pues hijito, para saber cómo es.
- Ya... está bien, está bien. Pero no le vayas a contar a papá porque es sorpresa.
- No, no. Claro que no. No voy a decir nada.
- Ya, pero sólo te voy a decir una partecita.
- Ya, no importa.
- Ya, ya sé, te voy a decir como empieza, pero bajito porque es un secreto.
- ¡Ya!... A ver dime.
- "Papito Tac..."
- ¿Qué cosa?
- "Papito Tac..."... y ya, nada más te voy a decir.
- Pero qué cosa es Papito Tac pues, no entiendo.
- No vale pues mamá. Sólo te puedo decir eso, así empieza: "Papito Tac..."
- Ya pues, un poquito más, ¿qué sigue?
- No mamá, nada más te puedo decir. Así empieza la policía y ya no me preguntes más.
 
MIERCOLES 13 DE JUNIO DE 1984 (3 días antes de la actuación del Día de Padre)
- Corazón, ven...
- ¿Qué?
- Dime pues... un poquito más de la poesía
- ¡Mamá, la señorita ha dicho que no podemos decir nada!
- Pero qué significa Papito Tac pues.
- Papito Tac pues mamá... así empieza. No te voy a decir más.
 
VIERNES 15 DE JUNIO DE 1984 (1 días antes de la actuación del Día del Padre)
- Franco, hijo, ¿ya me puedes decir un poquito más de la poesía?
- No.
 
SÁBADO 16 DE JUNIO DE 1984 (día de la actuación del Día del Padre)
- Buenos días papitos. Gracias por venir a la actuación que sus hijos han preparado con tanto cariño para ustedes. Estamos muy contentos que todos hayan venido a verlos. Como primer número vamos a presentar al niñito Franquito Benavides quien va a recitar una hermosa poesía por el Día del Padre. Él se ha preparado mucho para este momento así es que vamos a recibirlo con un fuerte aplauso.
 
(pasa el niño al centro del escenario vistiendo su mandil de cuadritos verdes y blancos y una enorme corbata michi amarrada al cuello)
 
- ¡¡¡PAPITO TAC...!!!
- Shhh, no Franquito, no tan fuerte.
- ¡¡¡PERO USTED ME DIJO BIEN FUERTE!!!...
 
...¡¡¡PAPITO TAC MIRO,
POR BUENO E ILEAL
POR NO QUE NOS QUIERES
A MÍ Y A MI MAMÁ
Y A MIS HERMANITOS
TE ADORO, PAPÁ!!!

Es así como recuerdo, y la familia recordamos, esta inolvidable actuación en mi nido cuando tenía 5 años. Toda la semana mamá queriendo conocer el contenido de la elaborada poesía y yo resistiendo toda tentación para guardar la exclusividad de mi predica sólo para papá. Tal como la había aprendido y a insistencia de mamá efectivamente sólo le dije el principio: "Papito Tac" que nunca entendió sino hasta el día del estreno en que comprendió que Papito Tac Miro, en realidad era Papito Te Admiro...  y otras correcciones necesarias como lo de "Ileal" y "Por no que nos quieres".
La poesía original y descifrada realmente va así:

¡PAPITO TE ADMIRO
POR BUENO Y LEAL
POR LO QUE NOS QUIERES
A MÍ Y A MI MAMÁ
Y A MIS HERMANITOS
TE ADORO PAPÁ!
 
 
Papá, quiero pedirte un enorme favor. Es difícil lo que tengo que pedirte porque quizá te comprometa a algo que no puedas cumplir, sin embargo, como siempre, sé que harás todo por conseguirlo porque siempre has sido capaz de solucionar mis dudas. Siempre has tenido la habilidad únicamente tuya de tener desde el corazón y la mente la palabra correcta y precisa, la rectitud inteligente y prudente y el abrazo afectivo y certero que he encontrado cuando he necesitado. 
Papá, antes de pedirte mi favor quiero que sepas, o mejor dicho, nunca olvides lo mucho que te admiro. Quizá cometo el error de no decírtelo pero sé que lo sabes porque sabes lo que has hecho para prepararnos para esta vida. Hoy soy alguien gracias a ti y ese alguien que soy es sumamente feliz también por ti.
Papá, algo hermoso que hoy tienes son las lágrimas de tus sinceras emociones, eso me conmueve porque me enseñas que ahora vives para disfrutar lo que has logrado cuando debías ser fuerte como un roble. Hoy te quiebras al expresar tus sentimientos porque ves el resultado de una vida genial dedicada a ser siempre ejemplo, siempre sabio y siempre padre. 
Papá, quiero pedirte un favor pese a ser yo quien deba estar ahora al pendiente de ti más a menudo. ¿Sabes?, siento que hemos creado un código muy particular. Tenemos la oportunidad bendita de pasarla bien simplemente. Te cuento mis cosas, las difíciles y las alegres; felizmente son más las alegres que las difíciles y eso es bueno porque te permito disfrutar más y me permite también disfrutarte. Me escuchas con atención. Te alegra escucharme, te ríes, te enojas, me reprendes pero volvemos a reír. Siento que ves en mí tu continuidad y me siento orgulloso por eso pero con la responsabilidad de seguir haciendo las cosas inteligentemente para algún día llegar a ser como tú.
Papá, cuando nos tomamos una cerveza y conversamos y conversamos y conversamos, siento que el tiempo se detiene pero como no es así, quisiera entonces que se detenga para seguir conversando para aprovechar la carcajada tan necesaria que siempre encontramos. Eso me encanta. Sentarme a tu lado, tomarnos una chela. Hablar de nada y entenderlo todo. Entender que te sigo admirando desde que me hablas de ti. 
Papá, eres extraordinario, no olvides eso nunca. No es soberbia que lo sepas sin que lo mencione, al contrario, es orgullo, sano orgullo y bien merecido.
Papá, gracias también por no envejecer y tener la misma edad que tengo yo cuando necesito de ti, eso es impresionante.
Papa, quiero pedirte un enorme favor... por favor nunca me hagas falta.  

Moraleja: "Papito tac miro"... desde siempre y por siempre. ¡Feliz Día!

viernes, 7 de junio de 2013

NO TE METAS EN HUEVADAS, BENAVIDES

Es domingo. Un niño camina por la calle, va de la mano de su mamá. Lo miro, lo conozco. Él me mira, reconoce y me saluda sonriente. Yo correspondo su saludo. Él sigue su camino y dejo de verlo. Se va.
Al domingo siguiente pasa lo mismo: pasa por la misma calle llevado por su madre. Nos miramos y nos saludamos tímidamente. Él es un niño y yo tengo su misma edad. Siempre me sonríe.
Y así muchos domingos sucedió lo mismo. Con papá íbamos a hacer las compras los fines de semana cuando éramos niños y siempre veía a un amigo del colegio pasar de la mano de su mamá. Nos saludábamos con cierta complicidad sintiendo que era divertido vernos en días ajenos al colegio sin el típico uniforme sino en ropa de calle. Los lunes que nos veíamos en el colegio el código era distinto ya sea por confianza o por dominio del espacio donde estábamos. Pero al siguiente domingo sucedía lo mismo, su sonrisa, su andar ligero, su saludo cálido y mi reciprocidad. Un amigo del colegio, niño. Su imagen siempre me ha acompañado y ahora que tengo hijos pequeños pero que crecen, pienso en él y sé que no puedo perderlos ni un solo segundo de vista y que mi atención debe estar no tan cerca que los oprima pero tampoco tan lejos como para que no la perciban.
 
Pasaron muchos años desde esos domingos en que me saludaba con mi amigo en la calle sin que nadie se diera cuenta. La etapa escolar terminó, yo no culminé secundaria en el mismo colegio que él y bueno, simplemente cada uno hizo su vida. Pasaron muchos años. 
Una tarde fría de invierno salí a jugar frontón con unos amigos del barrio. Este deporte se había convertido en mi favorito y lo practicaba con mucha frecuencia. Era toda la tarde darle a la paleta en torneos inventados por el grupo pero que nos divertían e incluso nos mantenía en cierta forma. Siempre había un rival a quien era difícil ganarle y a quien con facilidad podía vencer. Esa tarde, a mitad de juego vi a lo lejos a dos personas que nos miraban, ellos no eran del vecindario. Me di cuenta porque vivía en un conjunto habitacional relativamente pequeño lo que permitía conocer a casi todos los chicos de ahí. El hecho es que estas dos personas nos miraban y cuando mi juego terminó me di cuenta que a quien miraban era a mí directamente. Eso llamó mi atención porque era raro que sucediera. Quise restarle importancia pero no fue sencillo porque cuando me despedí y fui caminando hacia mi casa estas dos personas me siguieron.
 
De la cancha de frontón a la puerta del edificio donde yo vivía no había mucha distancia por lo que mi andar fue tranquilo pese a sentir que me respiraban en el hombro. Fue muy extraño. Al doblar una esquina uno de ellos me llamó por mi apellido. Al escucharlo me detuve y miré hacia atrás. Uno de ellos se me acercó y me tendió su mano (el otro muchacho se quedó unos pasos atrás), por un reflejo rápido correspondí el saludo. Lo miré y no lo reconocí. ¿No te acuerdas de mí, Benavides? me dijo y yo sonriendo le dije que no. Eso hizo que él sonriera y de inmediato mi mente, en retrospectiva, viajó años atrás a esos domingos en donde un niño caminada de la mano de su mamá y al verme sonreía y me hacía adiós con la mano mientras continuaba su andar. Era mi amigo del colegio, sí, él mismo. Hola, le dije, y me detuve a ver su rostro. Su mirada era esquiva y perdida, su gesto mustio. Sus labios parecían callos y su aspecto era turbio, descuidado y sucio. ¿Qué haces acá?, le pregunté y me dijo que estaba paseando y al pasar me había reconocido y se había acercado a saludarme. No podía distraerme de su aspecto. Sus dientes eran amarillos, algunos de ellos picados. Lo pude notar en su sonrisa que no era feliz como cuando niño sino tétrica y sin emoción. Sus ojos parecían encendidos por detrás con luces rojas y los lacrimales eran ennegrecidos. Sus uñas tenían un color amarillento extraño y la piel de sus manos eran ásperas como la lija, así lo noté cuando nos saludamos. Su olor corporal no era nada agradable. Me llamó mucho la atención verlo así porque antes de esta vez su imagen era totalmente inocente e infantil como la de todos los domingos por la mañana.
 
Me preguntó acerca de mi vida, le dije que estaba trabajando en un restaurante de comida rápida. ¡Qué bacán!, me dijo y reía con torpeza y exageradamente mirando a los lados como si lo estuvieran persiguiendo. Fuimos caminando hacia el malecón que quedaba a pocos metros de ahí. Su acompañante siempre se mantenía a distancia de él. Ya en el malecón sacó de su bolsillo un cigarro de marihuana, lo prendió y comenzó a fumar como si se tratara de su último porro. El olor particular de la marihuana convirtiéndose en ceniza era sumamente desagradable. Quería irme pero la situación me permitía pensar que quería decirme algo importante porque se le veía impaciente y apurado. Tan apurado que terminó en diez pitadas su cigarro artesanal y me dijo que estaba buscando a una persona y que de lejos me había reconocido y por eso se me acercó. Esto último lo repitió varias veces y cada vez con la misma entonación, cada vez como si fuera la primera que lo decía. Exageradamente emocionado. De pronto con una seña con los dedos le pasó la voz a su compañero y le hizo el gesto de que le entregara algo. Yo no entendía nada y sentía incomodidad por toda esta situación. La otra persona saltó el malecón, se agachó a lado de la maleza y recogió una bolsa plástica. En ella habían cinco envoltorios de cocaína. Se los pasó a mi amigo, abrió uno de ellos y aspiró el contenido con mucha destreza. Miró al cielo, gritó. Sonrió aún más. Me miró y me ofreció un envoltorio. Le dije que no. Me dijo que me respetaba por eso. Se despidió de mí y se fue. Se despidió con una palmada en mi espalda diciendo: ¡no te metas en huevadas, Benavides!. Y nunca más volví a verlo. Lo último que escuché al irse fue el sonido de sus zapatillas arrastradas por la vereda.
 
Este episodio extraño en mi vida me sirvió para darme cuenta, a los 16 años, en esa edad en la que creemos dominar el mundo porque nos sentimos dueños de la verdad, lo destructiva, maldita y asesina que puede ser la droga en sus más conocidas manifestaciones. Lo suicida que puede ser probarla y depender de ella. Esa imagen hasta el día de hoy me duele porque de un momento a otro el destino me permitió ver el antes muy antes y el después desgarrador de un consumidor de droga. ¿Qué pasó en su vida para que terminará o anduviera de esa manera?, jamás lo sabré. Yo ya pasé la prueba. Puedo decir con todo derecho y convicción que nunca en mi vida he probado alguna tipo de droga de esta naturaleza. He fumado cigarros de nicotina, sí, bastante en una época determinada de mi juventud hasta un día que mi hijo mayor, en ese entonces de tres años, me dijo que no lo haga porque me iba a hacer daño a los "plumones". Muchas veces me pregunté si no debí hacer algo cuando tuve a mi amigo en frente y en esas condiciones... pero ni modo. No lo hice y para ser sincero probablemente no hubiera trascendido en nada mi intención.
 
Hoy tengo dos hijos pequeños que pronto asumirán la vida como suya en el sentido adolescente del término. Ellos vivirán su libertad sobre la base de la educación familiar que reciban pero las tentaciones, la búsqueda, la experiencia y todo lo que la calle les presente siempre estará ahí. Ellos tendrán que elegir, tomarán la decisión más interesante, seleccionarán sus opciones hasta llegar a sus propias conclusiones. Aprenderán, caerán y se levantarán. Recurrirán a mí o a mamá si así lo ven necesario o reprimirán sus frustraciones. Tendré que estar muy atento a eso. Pero finalmente serán ellos mismos y su propia autenticidad porque llegará el momento en que dejarán de depender de mí y caminarán solos desarrollando sus vidas a partir de cómo la conocen. Y yo estaré, desde la ventana de mi casa, despidiéndolos desde lejos, sonriendo mutuamente como lo hacía con mi amigo esos domingos de antaño pero añadiendo a mi felicidad el deseo de que nunca les pase a ellos lo que a amigo le pasó e irónicamente diciéndoles, no se metan en huevadas, par de Benavides.
 
Moraleja.- Tenemos una sola vida, no perdamos la oportunidad de vivirla bien.

sábado, 18 de mayo de 2013

¡SI NO ES AHORA, CUÁNDO!

-¡No podemos!-, le dije a mi esposa cuando sugirió una vacaciones fuera del país. Pero ella insistió. Persuadió mis negativas respuestas porque se daba cuenta que demoraba en elaborar mis argumentos. Ella, con ese poder de convencimiento innato, mantuvo la firmeza de su posición por varios días más. Mis evasivas no la doblegaron y en cada presentación de lo que serían nuestras vacaciones incluía nuevas alternativas de diversión y merecimiento de esa experiencia.

Básicamente yo dije que no porque me parece imposible tomar una decisión tan importante de un momento a otro y como por arte de magia hacer que las cosas sucedan. Me costaba entender que para ella sea tan sencillo y para mí no lo fuera.

Cada que hablábamos del tema escuchaba una caja registradora en mi mente que me llevaba a pensar en el costo de una decisión de esa naturaleza. No somos dos, somos cuatro, Y vacaciones para cuatro fuera del país tiene un costo que debe pensarse con anticipación, organización y mucha sutileza.

Sin embargo, con astucia y perspicacia mi esposa dijo algo muy cierto y sabio y, pese a que lo dijo gritando y con un rodillo en la mano porque ya estaba perdiendo la paciencia, mencionó: -¡¡¡Si no es ahora, cuándo, huevón!!!- Lo medité un momento pero igual volví a negarme pero ya con duda y la duda lleva a pensar nuevamente las cosas. "Si no es ahora, cuándo" Tenía lógica. Mi certeza me decía que efectivamente no podía ser ahora pero el "cuándo" tampoco tenía respuesta. No hay forma de responder a un "cuándo" cuando se menciona en el contexto sabio que ella lo hizo. No se nace para responder esa pregunta porque precisamente te lleva a concentrarte que si únicamente piensas en el "cuándo" el "ahora" se pierde y el "ahora" solo vive el tiempo que uno demora en mencionarlo. Luego pasa a ser otro "ahora" y así sucesivamente. Una frase tan sencilla como esa de pronto me taladró por varias semanas acompañadas de mensajes de texto y llamadas relámpagos en donde sólo escuchaba o leía "por favor, por favor, por favor". Debo admitir que esto me dio cierto poder. Porque en mí recaía toda la responsabilidad de completar una alegría absoluta o simplemente mantenerme en la rutina de vacaciones en casa con uno u otro pequeño paseo al Parque de Las Leyendas a ver a los mismos leones y elefantes de siempre.

Una tarde, en el trabajo recibí un correo enviado por mi esposa, obvio, donde únicamente me ponía la web donde podía conseguir los pasajes. Los precios ya los habíamos visto varias veces en casa y verlo era lo que decidía más aún mi negación. Aproveché cinco minutos y entré a la página web e ingresé el registro de cuatro pasajes a Panamá para mi esposa, mis hijos y yo. Faltaba darle click a la compra y todo estaría consumado. Vi la imagen del avión, los mensajes alusivos al servicio, la cifra total de los boletos y... y... y volví a decir que no. Cerré la página y continué trabajando.

Pasaron 10 minutos y volví a ingresar, puse nuevamente los datos. Dejé la página lista para hacer la compra. Me fui a hacer pichi... fue la pichi más larga de mi vida. Regresé a mi sitio. Tomé un poco de Inca Kola que nunca falta en mi escritorio. Solté un eructo sutil y me senté frente a frente al computador. Imaginé la cara de mi esposa y mis hijos. Conté del uno al diez y del diez al uno unas diez veces. Rasqué mi barbilla, acomodé mi corbata, ordené mis lapiceros, sorbí un poco más de gaseosa, revisé unos papeles, di click  a "completar su compra", me reí, abrí mi cajón, saqué un caramelo cocoroco, lo chupé con ganas de calmar los nervios, vi la pantalla, salió un número para hacer una llamada. Me paré de mi silla, estiré mis brazos. Miré a todos lados. Llamé. Me pellizqué el poto mientras timbraba. Una señorita contestó. Colgué. Volví a llamar. Volvieron a contestar. La misma señorita me dio unas explicaciones y me pidió algunos datos . Yo decía ya ya ya ya como si estuviera hipnotizado por Tony Kamo, ya ya ya ya, sí sí sí. Ella colgó, yo colgué. Terminé mi gaseosa, fui a hacer más pichi y cuando regresé había llegado a mi correo la confirmación de la compra de 4 pasajes a Panamá, 2 adultos y 2 niños. De pronto el "cuándo" se volvió "ahora" y ya era una realidad. Las vacaciones estaban programadas. Nos vamos de viaje. Copié y pegué en un correo electrónico la confirmación del viaje y se lo mandé a mi esposa. Le puse, "Para ti de mí" y listo.

Desde ese momento he conocido una nueva sensación de lo que es la felicidad mezclada con la adrenalina, la expectativa y la emoción. Mis hijos no caben en su pellejo. Todos los días hablan de algo que ni siquiera pueden imaginar como es viajar en avión. Debe ser extraordinario viajar en avión cuando uno es niño. La primera vez que yo me subí a un avión fue a los 16 años. Pero a los 8 o a los 4 el espíritu de aventura debe ser distinto.

El dinero no compra ni siquiera una yapa de felicidad, no. La felicidad se vive en la magnitud que uno elige vivirla aprovechando lo que tiene a su alrededor para conseguirla. Mientras haya salud uno debe arriesgar en divertirse y conocer todo lo que la vida te permita.

En la sala de mi casa están ya las maletas listas de nuestro primer viaje familiar, sí, primer viaje. Todo, para variar, ya está organizado como solo sabe hacerlo quien tanto me insistió en tomar esta gran decisión. Nuestro vuelo sale a las 5 de la mañana y estaremos viviendo una experiencia, aprovechando la gentileza de extraordinarios amigos, de una semana que será eterna e inolvidable.

Sigo sin poder creer lo que estamos a punto de vivir. Muchos podrían decir que tan solo es un viaje y estoy exagerando. Yo respondo que no, que todo lo contrario. Que soy una persona emocional y las emociones me llenan de júbilo y eso me lleva a compartirlo como me gusta hacerlo. Tengo la certeza que viviendo plenamente y haciendo a los tuyos feliz contribuyes con tu propia alegría y hoy en día, que tanta falta hace reconocernos seres humanos de un mundo feliz, ser un huevón que camina y sonríe por la calle, honestamente, me llena de más júbilo.

Gracias, mi amor, por insistir... nos vamos porque nos vamos y punto.

Moraleja: Vive el AHORA y no dejes que el CUÁNDO te viva.

    

viernes, 19 de abril de 2013

HOY ESCRIBO ACERCA DE NADA

Escribir acerca de nada, eso intento. Y es que la falta de inspiración a veces inspira. Es como pensar en todo a la vez y decírselo al mundo cuando sabes que nadie escucha. Como un momento de desierto y de reflexión que te permite ver desde adentro en qué etapa de tu vida estás y cómo la estás viviendo. Pensar en nada y en todo a la vez te cuestiona porque hay preguntas que nunca llegan a tener respuesta pero te quedas con aquellas que sí logras responder. He decidido, esta vez, dejar que las palabras fluyan mientras pienso, mientras divago. Y eso es bueno, porque de pronto me imagino en una isla descansando bajo una palmera frente a un inmenso mar azul y eso me relaja. Ahora estoy sobre un caballo cabalgando a todo galope por un bosque y mi sensación es de aventura. Veo a lado y contemplo a mi esposa dormir y siento ternura porque, impresionantemente, duerme sonriendo. Mis hijos duermen en sus cuartos y sus pequeños ronquidos me mantienen alerta. Para ellos soy divertido y eso permite sentirme un héroe.

Durante los últimos días busqué en mi mente un tema del cual escribir y no lo hallé, eso me turbó porque sentí que estaba comenzando a carecer de historias y relatos. No sé si esto le ocurra a menudo a quienes tienen por hobbie jugar con las ideas y plasmarlas en escritos pero sí, admito que me incomodó. Pero como siempre las propias ocurrencias son capaces de sorprendernos, decidí entonces escribir acerca de lo que salga en el momento. Incluso de nada se puede hablar porque nada es un tema que se permite discutir.

He mencionado la palabra "semana" cuando digo que estuve pensando de qué escribir y ahora encuentro un motivo. Esta semana empezó liviana pero ha terminado desordenada. Las últimas tardes he querido que se vuelvan noches más rápido y así las noches se conviertan de inmediato en el día siguiente. Hay momentos en los que estás arriba, muy arriba. Tan arriba que hasta se vuelve vertiginoso ver todo desde allá. Hay caídas también desde muy alto que nada amortigua el impacto contra el suelo y reaccionas cuando ya te has golpeado. Las vorágines de la vida.

Felizmente el descanso trae sosiego y la inteligencia la capacidad de empezar de nuevo. Allá vamos.

Hace una semana escribí un cuento para un programa de escritores aficionados promocionado por un conocido diario local. La idea era que salga publicado en la fecha que se indicaba pero no fue así. Nadie supo esto hasta este momento pero me frustró mucho no ser seleccionado. Mucho. Aún hay oportunidad, pero tuve mucha expectativa por salir en la primera edición. ¿¿¿Soberbia???, puede ser y me honra. He encontrado al escribir, un placer propio, mío, único. He encontrado en la descripción de mis hazañas y experiencias el momento en que converso conmigo abstraído del mundo. Por eso es que estoy tratando de trascender con mis líneas. Aún es un sueño ligero que espero se siga formando pero evitando que se convierta en pesadilla. Y lo mejor de todo es que la mejor parte de escribir es compartirlo públicamente. Algo estoy haciendo y está siendo retribuido poco a poco.
 
Acaba de pasar un avión. Dentro de un mes exactamente saldremos de viaje en familia. Nunca hemos viajado en familia. Nos vamos a un país centroamericano aceptando la invitación de unos amigos. Temía mucho tomar la decisión de un viaje de tales proporciones. Me convenció la sencilla razón de merecernos este regalo. Una de las cosas que uno debe hacer en su vida es viajar, además, porque dicen que lo haces una vez y no quieres dejar de viajar nunca más. Eso quiere decir que este debe ser el primero de muchos viajes familiares, siempre, que haremos constantemente. Ya es un hecho, nos vamos. Será motivo de una crónica de viernes, estoy seguro.
 
Ayer entré a una farmacia a comprar unos medicamentos que mi esposa necesitaba porque está con un tratamiento. Pedí, pagué y me fui. Quince minutos después, camino a casa, me di cuenta que había dejado mi libro en la farmacia. Leo novelas que demoro en terminar porque aprovecho el tiempo de ida y vuelta del trabajo para leerlas. Recordé que inmediatamente salí de la farmacia otro cliente pasó al mostrador a comprar. Habían muchos clientes recordé también, lo que reducía las probabilidades de encontrar mi libro si es que algún lector se percató de mi descuido y quiso apropiárselo. Regresé. Avisé a la señorita del mostrador lo que había pasado y de inmediato me lo devolvió. Felizmente. Me regresó el alma al cuerpo. Irónicamente pensé que muy pocos leen en nuestro país.
 
Mi suegra sufrió un accidente en casa. Se rompió un vaso y por evitar que cayera al suelo se cortó con el vidrio haciéndose una profunda herida en la mano. Ella nos ha estado visitando en casa estos día para ayudarnos porque muy por coincidencia mi esposa también está pasando por un tratamiento actualmente que impide use una de sus manos. Ellas dos están mal y yo me siento más manco que ellas porque sin su apoyo como que estorbo un poco. Espero se recuperen pronto (necesito que se recuperen pronto). Por favor, recupérense pronto.
 
La otra noche mi hijo mayor no pudo dormir, cuando eso pasa debemos ser muy prudentes para descubrir el motivo de su angustia. Al principio nos responde que no pasa nada, que simplemente son pesadillas u otras explicaciones que sentimos carecen de sentido pero para él son un tormento. Él llora y nosotros nos impacientamos. Le damos alternativas para que esté tranquilo. Duerme con tu almohada, abraza tu pingüino, deja prendida la luz de tu lámpara y así concilia el sueño nuevamente. A la mañana siguiente y luego de haberse despertado incluso dos veces más en la madrugada nos logra decir que en la clase de teatro de la semana pasada en el colegio le hicieron elaborar una máscara con papel y mucha goma. La sensación de la goma en sus manos lo había puesto muy nervioso por su marcada sensibilidad hacia ciertas texturas y ese día nuevamente le tocada Teatro. Eso lo atormentaba a nuestro chiquito. Mamá le dijo que iba a hablar con el profesor. Él se negó diciendo que tenía que hacerlo pero de todas maneras sugerimos al colegio no presionarlo con ese tipo de tareas. Ese día, cuando Mateo regresó del colegio estaba feliz, el profesor había entendido perfectamente la situación y lo había apoyado en todo. Felizmente mi hijo, este año en el colegio, está rodeado de gente muy buena, lo cuidan y admiran y yo los admiro y les debo todo mi respeto.
 
Santiago tiene cuatro años y dice estar enamorado o en todo caso no lo dice con esas palabras textuales pero sí comenta que una chiquita es su novia. Que una amiguita le gusta. Cuando le pregunto al respecto, no me responde porque le da roche.  Así me dice, ya me dio roche. Mi hijo, está creciendo. Hoy son ocurrencias y mañana serán vivencias que con todo derecho vivirá en libertad y bajo conciencia. Ya lo he dicho, mi hijo menor me educa y me enseña que la vida no es complicada, que es simple. Que una risa bien disfrutada siempre es el mejor motivo para estar alegre todo el día.
 
Y así, queriendo hablar de nada de pronto hablé (o escribí) de todo. De mi semana, de mis cosas. De esas cosas que al igual que yo vives tú y hacen tu día. No tenía un tema específico para esta ocasión. Me senté frente a la computadora tan solo para comprobar si existe la inspiración dentro de la falta de ideas y me muestro la grata satisfacción que sí es posible.
Me estoy dando cuenta, poco a poco, que esto de escribir me está gustando cada vez más, me está encantando y me está atrapando. Continuemos entonces en esta aventura. Te invito a hacerlo. Es un deleite ver como de pronto, mientras por mis oídos entra música instrumental, por mi mente salen dictados que cuentan algo... ya alguien que goza de toda mi admiración y cariño me preguntó la vez pasada - Franco, ¿será que dejarás todo por escribir? -. No lo sé aún maestro. No lo sé.

Moraleja: Pienso, luego escribo.

viernes, 12 de abril de 2013

VENCIENDO MI CINOFOBIA

De chico tuve la suerte de vivir en una casa, era grande con un amplio jardín. Debo decir que cuando no estaba jugando en la calle podía divertirme en la misma magnitud en el patio de mi casa. En el suelo dibujaba con mi papá y mi hermano una pista y luego hacíamos carreras con carritos armados con piezas de PlayGo. En el jardín buscábamos chanchitos, hormigas y lombrices, mi hermano para investigarlos y yo para comérmelos, además de tierra que también comía y con cuchara. Con una lupa colocada en forma de que el sol traspasara por su luna quemábamos papeles o cualquier cosa que encontráramos. A veces quemábamos chanchitos, hormigas y lombrices, mi hermano para seguir investigándolos y yo, bueno, para comérmelos tostaditos. En fin, el patio de mi casa, de esa casa, era particular y no porque cuando llovía se mojaba sino porque nos permitió vivir, gracias a Dios, las mejores vivencias infantiles que todo niño debe recordar de su niñez porque para eso se es niño.
 
Lo que complementó las aventuras de esa época en ese patio fue la llegada de un nuevo miembro a la familia. Se llamó Oso, Oso Gorgojo para ser precisos. Y era un hermoso Pastor Alemán que hizo de mi patio su patio y aumentó la adrenalina de mis días cuando regresaba a casa luego del colegio. El patio se volvió su territorio y nosotros, mi hermano y yo, los invitados a divertirnos con él. No recuerdo cuánto tiempo Oso se quedó con nosotros pero sí recuerdo que llegó cachorro y se fue niño. Era grande, robusto, hermoso e imponente. Destruyó el jardín y nosotros colaboramos en ello. Jugábamos toda la tarde con él. Sin duda alguna tener un perro cuando fui niño fue lo mejor que me pudo pasar o en todo caso una de las mejores cosas que sucedieron entonces.
 
Luego mi hermana nació y tuvimos que mudarnos a un departamento más pequeño. Por salubridad y tranquilidad mental de mamá Oso no formó parte de los artículos de mudanza. Llegué del colegio un día y Oso ya no estaba. Nunca me despedí de él y lastimé mucho su ausencia. Nunca más tuve mascota. El tiempo me conformó, claro, a no tenerla porque quizá mi mente reemplazo su presencia cuando tuve en mis manos mi propia bicicleta pero de todas maneras siempre quedó viva la idea si algún día tendría nuevamente un animalito que cuidar.
 
Ya en el nuevo barrio me topé con una realidad que marcó mi adolescencia. Pese a mi cariño confiado hacia los canes tuve algunas experiencias desafortunadas con algunos perros callejeros y otros de dueño propio que me llevaron a generar en mí un miedo muy efusivo y serio. Cinofobia se llama precisamente al medio descontrolado hacia los perros y un hecho actual me llevó a rememorar el inicio de mis propios temores y curarlos poco a poco. Aquí las experiencias más representativas.
 
Experiencia N° 1
En este nuevo barrio hice amigos muy pronto y todos conocían a 3 famosos perros que hicieron leyenda: En medio de este barrio hay una pequeña plaza, en ella varias bodeguitas que surten de todo lo necesario a la vecindad. En una de ellas siempre, pero siempre, habían tres perros a la entrada: Perla, Lolo y (coincidentemente) Oso. Los tres animales eran chuscos. Perla era una perra ploma con blanco a la que todo el mundo mimaba pero de la que se decía que no se le podían acercar niños porque simplemente los atacaba. Saber esto fue uno de los detonantes de mi Cinofobia. Lolo, por su parte, era un perro anciano, desdentado y cojo, viejo como él solo y desafiante de su propio ciclo de vida. Tendría 17 años aproximadamente lo que en un ser humano equivale a 119 años de edad. Siempre llevaba atado al cuello sus 3 limones para evitar enfermarse aunque parecía que dichos frutos tenían algún efecto milagroso porque en realidad evitaban que el perro se muera. Su ladrido era un lamento y sus pasos un reflejo de la senectud canina. Incluso lo usaban en las procesiones por su andar lastimero. Por su parte Oso era un perro plomo con más plomo, tenía un color sucio. Ese perro nació del cruce de Perla con algún otro hijo de perra de por ahí y era el bravo de la bodega. Lo aconsejable era decirle Osito Osito al entrar a la tienda, esperar que te huela los pies o a veces el poto y no demostrar temor. Difícil tarea en mí por lo que opté por nunca entrar a esa bodega.
Una noche caminaba por el barrio con una amiga conversado de ene cosas. A lo lejos divisé a la hija de la dueña de la bodega que caminaba rodeada de sus 3 secuaces sabuesos. Por alguna muy extraña razón que puedo resumir era únicamente morbo de esta señorita escuché que se acercó a sus esbirros y les dijo "ataquen". Lo escuché. Y raudamente las tres fieras salvajes corrieron hacia mí ladrando y mostrando ruinmente sus colmillos. Incluso Lolo, el anciano, corría y se esforzaba por ladrar con firmeza y no perder el conocimiento en el intento. Yo, como el sastrecillo valiente y con pichi en los calzoncillos, reté a los enemigos y me paré delante de mi amiga. Ella se protegía detrás de mí. En realidad mi intención era correr como gato en medio de una jauría y que mi amiga se las arregle sola pero mi caballerosidad me mantuvo al frente de la situación. Los tres perros se abalanzaron sobre mí. Perla ladraba incansable y furiosa dejando caer saliva con cada ¡guau!... (si así es La Perla cómo será La Concha, pensé) y Oso abriendo su hocico como si se tratara de una trampa para osos precisamente se cogió de mi pierna a la altura del muslo izquierdo, cerró el hocico y jaló su mandíbula. Mi pantalón quedó desgarrado al igual que mi pobre muslito. Todo fue inmediato. Los tres perros se fueron y se reían los malditos mientras que la que había mandado el feroz ataque, aplaudía. Como digo, jamás supe los motivos aberrantes de tan desagradable episodio. Con mucha fortaleza comprobé si mi amiga no había sufrido alguna mordedura, felizmente no. La mandé a su casa y yo fui a la mía evitando cojear pues tenía que cuidar mi propia reputación. A los diez minutos estaba tirado boca abajo en mi cama llorando y mordiendo mi almohada con el pantalón abajo mientras mi mamá me lavaba la herida con jabón Marsella para luego ir a pedir el certificado de vacuna de los perros.
 
Experiencia N° 2
En este mismo barrio había una señora que vivía sola, era anciana ya, más vieja que Lolo incluso. Siempre salía a comprar el pan a las 4:30 pm. e iba acompañada desde su casa a las tiendas de su fiel escudero: un perro horripilante, gigante, melenudo y asqueroso. De patas y lomo ancho y color negro con rojizo. Era tan "coqueto" que le decíamos El Cancerbero, este perro mitológico que cuida las puertas del infierno. Pero en realidad recibía el cariñoso nombre de ALF en alusión al extraterrestre de la serie cómica de entonces. Nada tenía que ver el ALF de la tele con la bestia que era éste animal. Acompañaba a su malévolo aspecto su cabeza torcida como si se tratara del resultado de una batalla de la que salió ganando. Este perro parecía el cruce de un Búfalo con un Cocodrilo más o menos. Realmente todos le temían. Desde la ventana de mi departamento en un tercer piso veía como algunos valientes vecinos jóvenes esperaban que ALF saliera de casa para desafiarlo provocándolo para el ataque y huyendo a toda velocidad a esconderse detrás de los autos del estacionamiento. Yo los respetaba desde mi ventana, jamás me hubiera atrevido a jugar ese mismo juego. Era suicida.
Una tarde bajé a comprar, siempre cuidaba no bajar a las 4:30 pm. pero esa vez olvidé por completo ver la hora. Antes de llegar a la plaza de las tiendas había un pequeño pasadizo y en la esquina un poste. Yo iba caminando aventando mi moneda al aire y cogiéndola a su retorno totalmente distraido de la realidad que estaba a punto de ocurrir. Llegué al final del pasadizo que desemboca a la plaza de tiendas y la puta moneda se cae de mi mano. El tintineo que hizo el sonido de la moneda contra el piso al parece afectó la fibra más sensible del conducto auditivo de ALF, el veterano de la guerra de Vietnam, quien acto seguido levantó su torcida cabeza y emprendió la envestida hacia mí con tal cara de loco arrecho que por segunda vez mojé mi calzoncillo en el acto. Me aferré al poste que había detrás de mí y rezaba a Dios que me diera complejo de mono para poder trepar y escapar pero eso no pasó. ALF se acercaba acechante y yo desenvainé mi pie y se lo puse al frente. En medio segundo el tiranosaurio rex con su hocico simplemente me sacó la zapatilla, pude ver que felizmente no se fue mi pie con ella. Éramos ALF, yo y el poste entre nosotros el cual usé como defensa tratando de confundir al animal. Más atrás escuchaba la voz de la vieja dueña del can pronunciar su nombre con tal sutileza que parecía se estaba dirigiendo a una mariposa posada en una margarita. Cada palabra de la anciana parecía su último suspiro y mi temor adicional era que la señora expirara en ese momento y ahí se que me convertía en el banquete de ALF.  De pronto el perro me acorraló, colocó sus patas delanteras en mis hombros y gruñó preparándose para el ataque. Yo ya estaba empezando con el Padre Nuestro cuando escuché a la vieja decir "¡Basta Alfito!" ¿¿¿Alfito???, es decir, hasta nombre de cariñito tenía, pero en fin, le dijo Basta Alfito y automáticamente y por gracia divina ALF me dejó vivir para contarlo. Se bajó de mí y se fue con su dueña que, a decir verdad, también tenía el cuello doblado y olía peor que ALF. Yo me quedé amarrado al poste unos 4 días aproximadamente, petrificado.
 
Experiencia N° 3
En realidad entre la experiencia 2 y 3 han habido muchas otras pero he querido recordar las más representativas lo que me lleva a esta: Hace 4 años por lo menos mi esposa y yo salimos a montar bicicleta. Era un paseo muy corto para hacer unas comprar. Al cruzar por un parque que quedaba a media cuadra de la casa escuché los ladridos de un perro. Volteé para conocer qué pasaba y en el preciso instante que salíamos a la pista, de la entrada de una casa un perro alto, flaco pero de raza iba detrás de aquello que les llama la atención de manera casi erótica: las ruedas de las bicicletas. Debo admitir que pese a ser un solo perro yo vi a Lolo, Perla, Oso y ALF perseguirnos. Sin duda tenía un trauma muy marcado. Obviamente dejando de pedalear y enfrentando al perro podíamos darnos por vencedores pero no, mi miedo afloró y le grité a mi esposa que pedaleara con toda la fuerza del mundo como si su vida dependiera de ello. Comenzamos a pedalear. Ella me seguía preguntando qué hacer y yo seguía insistiendo que no deje de mover las piernas y pedalee con toda la potencia del universo. Yo tenía a mi lado derecho a mi esposa y a mi lado izquierdo al perro a quien le gritaba ¡uschka uschka! para que nos dejara en paz. ¡Uschka uschka!, repetía a voz en cuello. Qué mierda significaba "uschka", no lo sé, a lo mejor mis antepasados fueron rusos pero al menos me sirvió. El perro se relajó, interrumpió su carrera y regresó a su casa. Felizmente eso sucedió así porque de lo contrario debido a nuestro pedaleo incesante nos estábamos acercando imprudentemente a una avenida principal y nos hubiéramos convertido en parte de las estadísticas de los lamentables accidentes de tránsito... ... ... ... ... ... ... ahora, que me pongo a pensar, quizá no era perro sino perra y se llamaba Uschka y por eso me hizo caso.
 
Epílogo
Hace unos días salí de casa camino al trabajo. En la puerta de un garaje había un perro de dimensiones extraordinarias. Yo no lo vi pero él sí me vio a mí. Mi andar apurado lo hizo mostrarse a la defensiva y me gruñó levantándose intempestivamente. Yo reaccioné de la manera más extraña posible. Lo vi directamente y le dije: - Ay, olvidé mi celular en casa -, y me di media vuelta para dar la vuelta a la manzana.
 
Definitivamente debo vencer poco a poco mi temor a los perros y es por eso que contribuyendo a eso pero primordialmente para premiar la felicidad que mis hijos me regalan día a día es que decidimos honrar a nuestra familia con la presencia de un nuevo miembro que ha llegado con una misión que desde el primer día está cumpliendo a cabalidad. Se llama Oshishi, es un Schnauzer Toy que llegó a colmar la alegría de la casa y a fortalecer el inmortal mensaje de que el perro es el mejor amigo del hombre a pesar de que muchas veces el hombre no es el mejor amigo del perro. El nombre Oshishi no significada nada en particular porque es un vocablo creado por mis hijos dentro de la creatividad íntima de mi familia pero sin duda Oshishi ha llegado a infringir todas las reglas de limitación de diversión en casa y eso a mi me fascina enormemente.
Las mascotas merecen el mismo amor, cuidado, respeto y atención que un ser humano. Finalmente son los animalitos quienes muchas veces nos enseñan a los seres humanos a comportarnos como debe ser.
 
Es por eso que presento en sociedad a:


A quien queremos, cuidamos, respetamos y atendemos porque es una criaturita que nos ha dado, incluso, nuevas satisfacciones.

Moraleja: Perro que muerde no ladra, porque está con la boca llena.

viernes, 8 de marzo de 2013

¡NO!

Decidir escribir de política no ha sido fácil, me ha costado largos minutos de discernimiento por temor a precisamente politizar una ventana que pretende siempre ser amena y reflexiva a la vez. A título personal la política me aburre pero no por ello soy ajeno a ella. Nadie es ajeno a ella en realidad y ya que siempre nos jactamos de vivir en democracia (como siempre debe ser, no lo digo con ironía) apelo pues a mi derecho de libre opinión y me expreso:
 
Los limeños estamos a punto de tomar una decisión política, lejos de importante, novedosa. En un hecho sin precedente nos vemos obligados a elegir entre dos simples palabras monosílabas para determinar la continuidad o la interrupción de una gestión que por voto popular fue democráticamente elegida; así lo veo, así lo siento. Y dentro de esta disyuntiva es que decidí hablar por mí, sin encuestas ni recogimiento de información. Sin estudio previo ni profunda investigación periodística. Buscando, incluso, el lado divertido del asunto.
 
Voy a nombrar mis 5 motivos del NO. De porqué el NO es mi opción clara y de porqué siento, dentro de mi "obligación civil", que las cosas deben seguir el rumbo que ya tienen y no poner zancadillas al destino de una ciudad que ahora más que nunca necesita unidad. 
 
1.- COSTO VS. NECESIDAD
Se dice que usar el argumento del costo de la revocatoria como motivación a optar por el NO es una medida desesperada y "facilista", sin embargo, basta sentarse con una calculadora y sacar cuentas:
- 100 millones de soles aproximadamente es el costo del proceso de la Revocatoria.
- S/. 2.70 cuesta aproximadamente un tarro de leche
- S/. 0.20 cuesta aproximadamente un pan francés
- Con cien millones de soles se puede comprar más de 18 millones de tarros de leche y 250 millones de pan francés, dividiendo en 2 el monto inicial.
¿Cuántos veces cuántos niños de extrema pobreza pueden tomar desayuno con 100 millones de soles gastados en medio año? (lo que ha durado este proceso) y ojo que no estoy considerando el costo de la elección de otro alcalde de acá a 8 meses y pasado un año más otras elecciones para la elección de otro alcalde nuevamente para el siguiente periodo municipal... ¿una barbaridad, verdad?
 
2.- ¿QUÉ PROMUEVE QUIEN PROMUEVE?
Es requisito único y por ende indispensable que para que exista revocatoria debe existir un promotor. Alguien que exponga ¡razones! fundamentales, y repito, que "exponga" razones fundamentales que establezcan un panorama necesario para un cambio tan radical que amerita el someter a juicio popular la remoción de una autoridad pública colocada ahí democráticamente para dar paso a otra que nadie conoce pero, se entiende, tiene mayor capacidad y conocimiento para dicho cargo, en el supuesto que así lo sea.  
Mi percepción es que esto no ocurre. Si yo quiero embarcarme en una tarea tan complicada de colectar 400 mil firmas es porque mi convicción me ayuda a hacerlo y no el canje de un paquete de fideos para una firmita, pues. No, no, 40 veces No. Tampoco el argumento puede ser: Por Incapaz, porque de lo único que ha sido capaz el promotor ha sido precisamente de lucrar con la necesidad de la gente para conseguir el número de firmas necesarias, en parte, claro. Pero se nota que el señor promotor no tiene ni un ápice de dominio de exposición de razones e ideas porque lo que único que sabe demostrar cuando habla públicamente es enseñar que es mejor quedarse callado. Este promotor no promueve, al contrario, destruye, ofende, insulta, ríe cuando debe responder, responde cuando debe callar y calla cuando debe debatir. No sabe qué está haciendo y eso es fiel reflejo de que lo hace porque así se lo han encomendado y tiene y debe hacerlo por el bien de su jefe que hasta el momento prefiere el mutismo como estrategia de victoria, porque, claro, no contento por perder la presidencia, el hambre de poder lo tiene al borde de la inanición.
 
3.- ENVIDIA, ENVIDIA, ME TIENES ENVIDIA, ME TIENES ENVIDIA
La otra noche vi en televisión uno de estos programas nocturnos magazines informativos. Los reporteros, conductores e invitados simularon un salón de clase y una vocera del SÍ fungía de maestra y "enseñaba" a sus alumnos las razones de peso por las que su opción debía ganar. Al inicio de la clase le entregó a cada alumno una lupa y un libro bien estampado y finamente elaborado. El libro era una recopilación de las obras de la anterior gestión municipal en fino papel couché y delicadamente decorada con los colores alusivos al partido político representativo de la actual gesta revocadora. Durante la secuencia, la señorita profesora no salía del mismo reiterante argumento de enumerar los errores que ciertamente han habido en la actual gestión. Hasta aquí puedo decir que, en fin, es válido porque le dieron la tribuna para hacerlo y al día siguiente sería oportunidad de la parte contraria. Pero hubieron dos hechos que me llamaron la atención y me permitieron descubrir un tufillo envidioso en su posición. Un alumno le dijo - ¿entonces profesora, usted propone que votemos 40 veces SÍ - a lo que la maestra respondió - No, 38 veces SÍ y 2 veces NO - por dos regidores que pertenecen al partido del mudo. Y al final, cuando ya la clase ha terminado la vocera dice que las lupas entregadas al inicio son para buscar las obras que la actual alcadesa ha hecho. Es decir, mientras se jactan de un proceso serio, hacen mofa de una consulta popular e invierten más dinero en, dentro de mi muy humilde opinión, trivialidades. Les dejo el vídeo para que lo vean y saquen sus respetadas conclusiones:
 
 
4.- ¡ESO LE PASA POR SER MUJER!
Este mensaje queda clarísimo, sin duda. Ya dejó de ser subliminal la tónica machista que se cierne sobre este novedoso proceso. Conocidos como un país muy machista y que se presenta como tal en todos los noticieros donde se relatan hechos de violencia contra la mujer, de la misma manera y en situaciones de real desesperación han salido a relucir la prepotencia y la ridiculez en torno a la capacidad de la actual alcalde por ser mujer. El hombre no tolera el éxito de la mujer, no soporta que la mujer gane más sueldo que él. Mientras que un hombre de éxito es una persona poderosa, la mujer de éxito es una mujer peligrosa. Ojo, no quiero decir que esto sea explícitamente real, pero sí es una connotación machista y una comparación que no está lejos de ser hablada en cada esquina. Del Castillo no hizo nada y no fue revocado. Belmont fue criticado duramente durante su gestión, y nadie mencionó la revocación. Andrade hizo muy buenas cosas pero bastó la obra de la vía expresa de la Av. Javier Prado por la que lo criticaron duramente y hasta lo culparon por las muertes sucedidas por los primeros accidentes de tránsito ahí ocurridos y, ¿alguien dijo: Revóquenlo? Castañeda por su parte, demoro infinidad de meses en culminar el Metropolitano y tampoco se mencionó la posibilidad de revocarlo. Pero llegó doña Susana, se demoró, sí, en despertar y darse cuenta de la enorme responsabilidad que significa ser alcalde de una ciudad como Lima, sin embargo es honesta desde que abre la boca y, ¡ya!, hay que revocarla. Eso, para mí, es sin duda, una demostración de que no se tolera a una lideresa. Lo dijo el tristemente célebre promotor de la revocatoria en su más infausta frase: "Las damas que dicen que NO siempre terminan diciendo que SÍ" para luego soltar una risa nerviosa y asustada porque se dio cuenta que había dicho en 11 palabras lo que para él significa una dama.
 
5.- LIMA NO PUEDE PARAR
Es cierto, a mí, el mensaje me ha convencido. Compro el mensaje del NO con los brazos entrelazados en señal de abrazo y unidad. Porque es un mensaje limpio, un mensaje puro. Un mensaje sincero que permite reconocer errores y solicitar oportunidades. Un mensaje directo, sin mofa ni insulto, sin bajeza ni infamia. Sin intereses más allá de los necesarios. Es cierto, si se interrumpe lo que se está haciendo ahora la incorformidad va a continuar y va a ser aún peor. Tendremos a un alcalde interino por 8 meses, votaremos por uno nuevo para que se mantenga por un año y luego votaremos de nuevo para que se elija a un nuevo alcalde por 4 años más y si gana Lourdes la revocaremos porque recordaremos que debemos meternos la alcaldía al poto.
Lima se va a ver interrumpida en su proceso de modernizarse. Se vienen haciendo cosas nuevas y necesarias para la ciudad y a veces los errores son parte del aprendizaje. Recalco que me refiero a errores puramente administrativos.
Es cierto, Lima no puede detener su andar que quizá ahora es lento pero que revela que poco a poco se puede ir apresurando el paso. 
 
Me preocupa tanta perorata en tono de campaña así es que voy cerrando mi relato con un comentario adicional:
Hoy vi en Facebook una foto de la policía femenina Delia Grazo quien muriera en una balacera contra delincuentes en Magdalena como imagen del SÍ porque la seguridad ciudadana sigue siendo insegura... no juguemos con la memoria de nuestros héroes por favor. Detrás de esta payasada me imagino a los hijos de esta valerosa policía y ellos no se merecen semejante insulto a su tristeza. Demostremos que podemos ser valientes de nuestra posición y emitir nuestro juicio en virtud de nuestra conciencia sin caer en la infeliz alternativa de usar la imagen de un muerto para llamar la atención.
 
Todo comentario y opinión será bienvenido con total respeto... y expectativa.
 
Moraleja.- Esas paradojas de la vida, ¿no?, sentir que la palabra SÍ es negativa y la palabra NO, positiva.





viernes, 15 de febrero de 2013

LA CASA EN LLAMAS

De lejos vi como la casa ardía, llamas de fuego se formaban sobre su techo y un denso humo negro se alzaba hacia el cielo con el afán de dominar el brillo del día. Supe de pronto que era la casa de Benjamín y eso me asustó. Pese a encontrarme lejos, la ubicación del siniestro coincidía mucho con las coordenadas de la casa y sólo atiné a correr hacia ella. Por dentro sabía y confirmaba que la casa de Benjamín se estaba incendiando. Era pavoroso. Yo iba con mi esposa caminando cuando nos percatamos de esto y corrimos apurados en dirección a la casa en llamas. En el trayecto y con el apuro no hablábamos de lo que veíamos pero sabíamos que debíamos llegar. - Ojalá no haya nadie adentro -. Pensé. Y mientras creíamos que ya estábamos más cerca veíamos el humo más lejos y eso nos atormentaba. Era desesperante. A pesar de la confusión continuamos corriendo por varios minutos más. Cuando llegamos a la esquina confirmamos que efectivamente la casa de Benjamín ardía por dentro y por fuera. Nos acercamos poco a poco, lentamente. Queriendo no ver lo que veíamos pero ante lo evidente era imposible. Llegamos a la entrada, la puerta estaba abierta. Sirenas de bomberos se oían a lo lejos. Decidimos entrar.
La casa estaba totalmente vacía. Los muebles que siempre nos mantuvieron cómodos en nuestras visitas no estaban, los adornos que siempre acogieron no existían. Las plantas que siempre alegraban, ahora ausentes, entristecían el ambiente. Las paredes se mostraban ennegrecidas por la furia del fuego y los techos tiznados porque las llamas alcanzaron cada rincón. Pero era raro que no hubiera nadie. Nada ni nadie. La casa estaba como abandonada pese a que sabíamos que Benjamín y su esposa vivían ahí.
Todos los ambientes tenían la misma apariencia lúgubre que un incendio presenta cuando se sofoca. Llamó mucho mi atención que los pisos estuvieran mojados y con residuos de ceniza en fiel demostración que el incendio había sido controlado pero que debía dejar esa soledad alarmante y que un mensaje había en todo esto. Fue triste ver, tan de cerca y con miedo, la casa en llamas...
 
... y desperté. Fue un sueño muy extraño. Lo recordaba tal como lo relato: La casa de Benjamín en llamas que divisé a los lejos. Corriendo hacia ella, entrar, encontrarla vacía, quemada y con el piso mojado. Recuerdo como fotografía la imagen del fuego sobre el techo y el denso humo negro dirigiéndose en dirección del viento y yo a lo lejos viendo lo que sucedía. Cuando mi esposa se despertó le conté lo que soñé. Era un tema interesante considerando que Benjamín estaba internado en un hospital delicado de salud. - ¿Qué significará este sueño? -, le pregunté e inicié mi rutina de todas las mañanas sin dar mayor importancia a la coincidencia.
 
A los diez minutos sonó el teléfono, mi esposa contestó. Era mi mamá. - Benjamín ha fallecido -, le dijo y yo me quedé inmóvil.
 
Nunca recuerdo mis sueños y sobretodo con tanto detenimiento y precisión de detalles. Benjamín es el cuñado de mi mamá. Falleció hace unos días. Su esposa, mi tía, se ha quedado solita en la casa grande, esa misma casa que ardió en mis sueños. Había un mensaje ahí.
Me sentí muy extraño el resto del día. No interpreto los sueños ni tampoco creo en el significado específico que se les da, eso me parece una patraña. Pero con este sueño y el posterior suceso sabía que había un motivo. Todo me parecía confuso.
Benjamín murió en la madrugada y estoy seguro que mientras él moría yo soñaba con su casa. Nadie puede tildarme de mentiroso porque la prueba está en que primero conté mi sueño y luego me enteré de la muerte. Ahora me acuerdo y siento angustia pero felizmente encontré el significado propio y personal con el que debo interpretarlo.
 
Por la noche de ese día, en el velorio, abracé a mi tía con mucha fuerza, con todas las ganas de proteger su fragilidad. Quien tiene el privilegio de conocerla coincidirá conmigo en que ella es significado de dulzura, nobleza y fe. No conozco a nadie tan desinteresada, bondadosa y sacrificada como ella. A nadie. Es un ejemplo. Es un honor ser su sobrino.
 
Temía contarle mi sueño porque precisamente no había sido algo que quisiera que se haga realidad. Podía entristecer más su difícil momento y tratar de explicar por qué ese sueño y ese día ni yo mismo podía hacerlo. La dejé un momento y me acerqué al ataúd. Benjamín estaba tranquilo incluso radiante descansando ya de sus días difíciles de la enfermedad que lo aquejó. Simplemente pensé "hasta pronto" y regresé a mi asiento. Le dije a mi tía que Benjamín estaba guapo. Ella sonrió y con un encanto propio de una niña que relata con ternura un momento de su vida, me contó las últimas conversaciones que tuvo con su esposo. Puse mi brazo alrededor de su cuello en señal de protección y comencé a contarle mi sueño. Ella no podía creer la extraña coincidencia. No cuidé detalles, simplemente lo conté. Un escalofrío recorría mi cuerpo pero las palabras salían como obligadas, ordenadas pero como por decisión propia. Se extrañó pero volvió a sonreír. En ese momento entendí el mensaje. - Benjamín, con ese sueño, me ha pedido que te cuide, que te proteja, que corra a ti si necesitas ayuda, y lo voy a hacer. Benjamín me ha pedido que te cuide, y lo voy a hacer -.
 
En ese momento todo tuvo un orden más claro y una explicación más dirigida al momento. Sí creo en la fuerza y el poder del amor. Sé que las cosas no suceden simplemente porque tienen que suceder sino porque están predestinadas. Mucho hace el libre albedrío pero otra parte es responsabilidad del destino ya escrito. Mi sueño más que eso fue un mensaje. No fue claro porque yo debía darle la interpretación correcta y así lo hice. Y me siento bien por eso. Nuestra mente es más fuerte de lo que nosotros pensamos. Es poderosa capaz, efectivamente, de despedirte incluso cuando estás a punto de morir.  
 
En mi sueño hubo fuego y agua. Dos elementos fundamentales para vivir.
El fuego es señal de vida, no de destrucción. El fuego alumbra cuando hay tinieblas, guía el camino cuando es antorcha y calienta el frío cuando es fogata. El fuego es necesario. 
El agua, por su parte, purifica, limpia y es vida. Reconforta al sediento, cura al herido y renueva cuando refresca. El agua también es necesaria.
Ahí estaba el mensaje completo: No pienses que todo aquello que se ve mal necesariamente continuará mal porque lo malo dura el momento que nosotros queremos dando pase a lo bueno sencillamente para disfrutarlo.
 
La casa en llamas buscó mi atención porque debía ir a buscarte. Estaba vacía porque no va a ser lo mismo sin él. Tenía agua en sus pisos porque se está purificando para dar inicio a una nueva etapa, de renovación. Y ahora toca entender, porque asumo que será muy difícil buscar compañía en la soledad. En esa soledad de pensamiento. Esa soledad que estoy seguro llegarás a comprender con tal sabiduría que encontrarás esa tranquilidad que mereces y necesitas. Y por supuesto la compañía que todos te daremos siempre.
Isa, juntos renovaremos la casa en llamas.
 
Moraleja: Hasta siempre Benjamín, gracias por tu último mensaje.





sábado, 9 de febrero de 2013

LA LENTA MÁS LENTA

Recuerdo siempre las series de televisión que veía en mi época, incluso cuando no era común tener cable en casa. Las pasaban traducidas al castellano por señal abierta en el horario estelar y al día siguiente era comentada: Salvado Por La Campana, Los Años Maravillosos, ¿Quién manda a quién?, Mr. Belvedere, Tres x Tres, El Show de Bill Cosby... y etcetera. Buenas series, con buenos mensajes. Programas que se dejaban ver en familia y que, además, podíamos ver las repeticiones hasta el anuncio de nuevos capítulos que nuevamente acaparaban toda nuestra atención... por lo menos durante las dos semanas que duraban. Llegué a hacer una videoteca grabando en VHS muchos capítulos de las series que menciono; no miento si digo que llegué a grabar cerca de 80 cassettes y tantas veces los vi que llegué hasta a aprenderme los diálogos... pero de tal manera avanzó la tecnología que de estos vídeos sólo me queda el recuerdo. Ahora la internet simplifica todo. Pero por ahí no va mi relato, no. Si menciono lo de las series de televisión es porque rememorarlas trajo a mi mente un recuerdo: Todas estas series juveniles se caracterizaban por algo. Siempre, en su secuencia de capítulos, debía haber uno dedicado al famoso Baile de Graduación en donde el guión aprovechaba la situación para por fin unir a la pareja protagónica en un idilio apasionado que fomentara más enredos en su historia. Por lo general las escenas de la Fiesta de Graduación duraban poco, empezaban con el director del colegio expresando palabras de bienvenida y terminaban cuando el DJ anunciaba el baile lento proseguido del abrazo, el chape y el fin del capítulo.
 
Y es el famoso baile lento, o La Lenta como todos lo conocemos, aquel momento que marca un antes y un después en nuestras vidas. Nuestras fiestas, (las de antes porque hoy en día ya no se bailan lentas porque hasta con el ♫ todo de me da vueltas, todo me da vueltas, todo me da vueltas vueltas vueltas ♪ igual las parejas se abrazan y chapan como si bailaran Everything I Do, I Do It For You de Bryan Adams) tenían ese momento mágico de oír la lenta para que las parejas de barrio se junten. Ella con él, él con ella, ella frente al espejo y él con él recontra caletas. La cosa es que llegara el momento oportuno de una lenta para ponerse en posición: Ella con la manos sobre los hombros de él, él con las manos en la cintura de ella. Él mirando la cabeza de ella y ella mirando los zapatos de él. Él queriendo acercarse a ella y ella queriendo alejarse de él. Él sonriéndole como cojudo a ella y ella correspondiendo la sonrisa acojudada de él. Él dando pasitos lentos como péndulo llevándola a ella y ella dejándose llevar repitiendo los pasos de él. De pronto él asume el momento corajudamente y lleva sus manos a la espalda de ella, entonces ella lleva sus manos a la nuca de él. Él coloca su cabeza por encima del hombro de ella y ella acomoda su cabeza en el pecho de él. Los pasos de péndulo continúan uno a uno. Él busca la mirada de ella y ella se hace la loca y dirige su mirada nuevamente a los zapatos de él. Él por encima del hombro de ella mira a su amigo de a lado y hace un gesto de campeón dando a entender que el momento se acerca mientras ella mira a su amiga que baila a lado el mismo paso lento con un desconocido y se pone virola en señal de no estar muy satisfecha con el baile pendular. Él decide coger suavemente el cuello de ella y ella tímidamente alza la mirada para verlo a él. Él y ella siguen dando vueltas sobre su eje, ella y él parece que han hecho click. Él junta el hocico en forma de beso y ella cierra los ojos con fuerza. Ella acerca su cara a él y él, como si se tratara de una escena en cámara lenta, con mucha sutileza intenta apuntar a los labios de ella. Ella y él aprovechan la melodía lenta que obligó a apagar las luces del local para unirse en un ósculo húmedo y atrevido. Él y ella están a punto de besarse y en ese preciso instante, luego de tanta demora y pasitos de quien se ha hecho el dos en el calzoncillo, las luces de pronto se encienden, termina la lenta y empieza a sonar Sopa de Caracol y a la mierda el beso.  
 
Así eran nuestras fiestas, en casa de los amigos. Cuando siempre había un motivo que celebrar.
 
Teníamos alrededor de 15 años, un amigo hizo una fiesta en su casa por un motivo que no recuerdo. Estábamos todos invitados. Cada uno debía hacer gala de sus mejores trapos, peinados y perfumes. Yo usaba un arete para entonces, chompas coloridas (que no entiendo cómo podía usarlas), pelo largo y kilos o litros de gel para dar un aspecto más encantador a mi mal aspecto. En casa del amigo estaban sus familiares repartidos en la sala y comedor y entre ellos la mancha del barrio, nosotros, dispuestos a bailar, tonear y pasarla bien. Pasaron las horas, nos divertíamos. Habíamos acaparado la fiesta y todo marchaba realmente bien. Pero ya era hora de La Lenta... tenía que escucharse. Necesitábamos que de pronto las luces se apaguen y que las parejitas se junten. Sentada en el sofá estaba con quien yo quería bailar y hacer todo el itinerario del Ella y él, él y ella. Entonces me acerqué al dueño de cada y le dije "Oe, La Lenta pe'" y señalé a la chica del sofá. Entonces mi amigo anunció La Lenta y dijo que todos debían bailar. Las luces se apagaron y el recinto quedó iluminado por el alumbrado público que ingresaba gratis por las ventanas. Apagó la radio. Sacó un cassette de su estuche, lo puso en la radio. Dio play y empezó a sonar Unchained Melody (Melodía Desencadenada), la canción de la película Ghost, famosa entonces. Las chicas soltaron un grito agudo. Algunas parejas de inmediato salieron a la pista, otras tuvieron que ser forzadas a salir y los que no tenían la más remota idea de lo que era bailar o salían de la casa o se escondían en el baño. Le insistí a mi amigo por medio de señas con los ojos que me juntara con la amiguita del sofá para bailar... él se dio cuenta que quien había incentivado el baile era yo y me pidió que no me preocupe. Pude notar en su aliento que la mezcla de Ron Medellín con Mambo de fresa-banano o mango-albaricoque no le favorecieron en nada (que levante la mano quien no ha tomado esas mezclas en su iniciación alcohólica...¿nadie?, sigamos entonces) y me dijo que de inmediato me pondría en la pista de baile con quien yo pedía. En su tambalear se acercó al sofá, yo iba contando los segundos. Ella seguía ahí sentada y mi amigo, errante como el solo, comenzó a dirigirse a otro lado... ¡NO!, pensaba yo... ¡NO, Por favor!... Y en eso el borracho este coge la mano de su tía de 194 años y le dice con voz confusa "Mi pata Franco quiere bailar contigo"... - Ay, qué galante muchacho -, escuché yo y en menos de 5 segundos ella me cogía del cuello y yo cogía con mucho cuidado unas caderas fofas y gigantes. - Qué guapetón de muchacho - seguía diciendo la vieja mientras que con sus juanetes me iba metiendo cabe a cada paso. La danza seguía su curso y yo parecía una marioneta. De pronto me cogió de las mejillas y me sarandeó de un lado a otro - Ay, pero que bello muchachito, me lo como -, inmediatamente la imaginé metiéndome a una olla gigante para hacer Estofado de Franco. Las demás parejas se reían y la tía en pleno momento álgido y emotivo de la dramática canción a la mitad de su melodía, aplaudía como quien baila La Macarena en un crucero... quemó la vieja. El olor a Heno de Pravia que emanaba de sus enaguas era terrible, yo sólo le pedía a San Expedito que por favor me convierta en pedito y me saque de ese cuadro aterrador. La señora parecía un trompo carretón dando vueltas con el equilibrio de un elefante en scooter y yo un  muñeco de trapo danzando al vaivén del viento y forcejeo de la enorme mano de mi pareja de baile. Cuando la música terminó, la señora me agradeció acercando sus enormes labios rojos a mi frente y estampando un tatuaje de colorete me agradeció la gentileza y oportunidad dado que no bailaba desde que se estrenó Lo Que El Viento Se Llevó que coincidió con el día que cumplió 40 años - Dame un abrazo, belleza - dijo, me estampó otro beso en la mejilla, me abrazó quebrándome 3 costillas y se fue a sentar. Y ahí quedé yo, en medio de la pista de baile, con las luces ya encendidas, despeinado y casi violado a vista y paciencia de todos quienes apreciaraon La Lenta más lenta de toda mi vida.  
 
Y así sucedió... mi primera Lenta en realidad hubiera querido que sea sumamente rápida para que termine pronto... pero las cosas pasan por algo... o por algo es que estas cosas siempre me pasan a mí.
 
 
Moraleja: Nadie me quitará lo bailado...!